Está raro… rarísimo. Porque del carajito no se sabe nada sobre sus motivaciones, sus familiares no hablan de él, ni siquiera su padre, que compró esa arma de guerra con un propósito que se ignora; porque la poderosa bala, que apenas “rozó” la oreja derecha del objetivo, no hirió a ninguno de los que lo rodeaban; porque el supuesto herido levantó un puño y de inmediato empezó a sacarle provecho político al presunto atentado; porque el “autor” murió minutos después, sin ser interrogado. (Esto es rarísimo, al tratarse de un político capaz de inventar lo que sea para alcanzar sus propósitos).

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