Si algo merece elogiársele a Luis Abinader, presidente de esta república debatida y debatiente, es su conducta pública: abierta, transparente y ajustada estrictamente a las demandas del trabajo. Abinader no frunce el seño, no baja la mirada, no levanta la voz, no evade responsabilidades y, lo mejor: no discute con nadie, sea de izquierda o de derecha, ni les da respuestas a Leonel Fernández, a Danilo Medina ni a nadie más que lo cuestione en sus quehaceres. Pero tampoco los menciona por haber cometido algún error cuando trabajaron en el Palacio Nacional durante largos veinte años….(Obvio: entiende que las cosas se juzgan por sus resultados).