La oposición, sobre todo la que aglutina la “AlianzaRD”, debe trabajar -y lo está haciendo- para propinarle, en febrero-2024, la más fulminante derrota a la reelección; pues aunque no se trate de las elecciones presidenciales se proyectará como una derrota anticipada a la reelección y su candidato.
De ahí que se hace perentorio o de primer orden procurar que la derrota en febrero deje a la reelección sin aire y que, además, toda su arquitectura o diseño-estratagema se vuelva irrealizable al no poder edificar un proyecto inviable, porque su escalón o zapata se vino abajo y, en consecuencia, la “moral” política de sus obreros y satélites mediáticos-periodísticos quede rota o en desbandada.
Sin embargo, para ello la alianzaRD debe asegurar que, en cada aspirante oposicionista se haya hecho la mejor selección o elección, pues hay que dejar poco o ningún margen por donde la reelección se pueda posicionar y exhibir algo significativo. En otras palabras, lo pírrico o lo que no se pueda, siquiera, anunciar es lo que debe suceder en el bando reeleccionista en febrero.
Entonces, a partir de esa avalancha de triunfos de la oposición, el norte o la lógica política debe quedar claro y despejado: si se fue victorioso en febrero, ¿para qué o porqué fragmentar en mayo? ¿Qué sentido o lógica política podrá sustentar que lo que fue fortaleza en febrero, en mayo sea debilidad? ¿Por qué? ¿Acaso, la lógica política ya no habrá trazado lo imponderable: unificarse, post-febrero, en torno a un solo candidato?
De no hacerlo, en nuestra opinión, sería, en el fondo, subestimar al adversario y, de paso, creer, erróneamente, que la reelección, al menos en nuestro país e históricamente, no es, antes que político, un proyecto-presupuesto, y que hasta el último aliento tratará de imponerse aún en los escenarios más adversos o difíciles. Y más, si, de alguna forma -fragmentando el voto- se le ayuda. Porque a eso equivaldría la fragmentación en mayo-2024. Además de leerse que se apuesta, desde la oposición, a un balotaje (¡Craso error!).
Honestamente, esto último, de una franja específica de la oposición -que aspira, tozudamente, a un balotaje-, preocupa y deja incógnitas que ojalá febrero-2024 haga despejar o reconsiderar. Y más si se trata, como enuncia la alianza: de rescatar el país. Y entonces, ¿cuál es el objetivo último: rescatar el país o, satisfacer egos? Que alguien, al margen de cualquier derecho individual o de ley, explique: ¿Por qué insistir en lo inexplicable -cuando el candidato Abel Martínez, hizo una propuesta lógica-? ¿Qué lógica tendría la otra?
La oposición dividida-fragmentada, en mayo, ayuda poco o mucho a la reelección y sus aliados. Y eso, sencillamente, por más pretensión o ego-político que lo sustente, es subestimación riesgosa; o peor, apostar, a rajatabla, a un improbable balotaje. Pero…, ¿por qué?