El pasado viernes, la Cancillería de la República Dominicana dio a conocer una Declaración conjunta resultante de la reunión celebrada en su sede por la Comisión Mixta Bilateral Dominico-Haitiana que analiza el impasse generado por la construcción inconsulta de un canal que ha de captar aguas desde el disminuido río Masacre, en Juana Méndez, al oeste de Dajabón, y aunque teóricamente el objetivo de la Declaración era anunciar “la creación de una Mesa Técnica para el mejor entendimiento de los trabajos realizados en la zona fronteriza y elaborar un protocolo técnico coordinado para el manejo de todas las cuencas transfronterizas, a los fines de garantizar la gestión conjunta de los recursos hidráulicos de la zona, de acuerdo al tratado de 1929”, Mesa Técnica con la cual estamos de acuerdo, llamó a la atención de la nación el hecho de que el texto consignara, innecesariamente, el “reconocimiento de que, en base a las informaciones presentadas por los miembros de la delegación de la República de Haití, la obra iniciada en el río Dajabón o Masacre, para la captación de agua, no consiste en un desvío del cauce del río”.
Fruto de esa Declaración que “reconoce que no habrá desvío del cauce del río”, todo lo que hasta este pasado viernes era preocupación de la nación, de repente se convirtió en enojo e irritación de la población que entendía que se le mentía, pues todo el mundo sabe que nadie, absolutamente nadie, construye un canal simplemente para exhibirlo al público como un ejercicio académico práctico de ingeniería hidráulica, sino que el objetivo de la construcción de un canal de riego es captar agua desde un lugar donde hay agua, como el río Masacre, para transportarla hasta un lugar donde no hay agua, y como esa agua se consume por infiltración y evaporación durante la irrigación, ya no regresa al cauce de captación, y el volumen captado en el cauce del río se convierte en volumen desviado, y ante el enojo de una población que defiende las aguas fronterizas de su nación, fue necesario, y oportuno, que este pasado sábado el presidente de la República, Luis Abinader, hiciera la aclaración de que lo único acordado en esa reunión fue la creación de la Mesa Técnica, lo que implica que “el reconocimiento de que no hay desvío” es de la Cancillería y no del Gobierno.
En su defensa, la Cancillería dominicana puede acudir al buen uso de la semántica y argumentar que nunca dijo que no habría desvío del caudal del río, sino que no habría desvío del cauce del río, porque el cauce del río es la sección por donde transita la crecida máxima del río, y que en realidad el cauce no será desviado, sino sus aguas; pero el problema no termina ahí, pues los representantes de Haití, en esa Comisión Mixta Bilateral, también se pronunciaron en el sentido de que “esa es su primera obra hidráulica en la frontera, mientras la República Dominicana tiene 4 obras hidráulicas en la frontera”, pronunciamiento que de manera curiosa fue recogido de inmediato como titular de la prensa escrita, pero también fue recogido como texto íntegro de un tuit publicado por el propio Canciller de la República Dominicana, lo que indica que el Canciller dominicano valida en toda su extensión un interesado pronunciamiento haitiano que es inconsistente con la realidad fronteriza, y que fue intencionalmente utilizado para dar a entender que hay obras dominicanas sobre el cauce del río Masacre, sabiendo bien que las obras hidráulicas que la República Dominicana ha construido en la frontera: presa de Cabeza de Caballo, canal Juan Calvo y presa de la Piñita, están sobre los arroyos Dominguito y Don Miguel, a más de un kilómetro al este del cauce del río Masacre, en la hemicuenca oriental del Masacre, por lo que no constituyen violación al Tratado de 1929, mientras que el canal que construye Haití está directamente sobre el cauce del río Masacre, en violación al Tratado de 1929, y la razón de Haití ir al cauce del río Masacre es que su hemicuenca occidental está totalmente seca por haber sido deforestada por ellos.
Como estrategia complementaria de ablandamiento de la sociedad dominicana, también se publicó el mismo viernes, de manera conjunta con los pronunciamientos anteriores, que “el INDRHI registra 7 sistemas de riego en Dajabón, los que extraen 10.6 metros cúbicos de agua por segundo, mientras que Haití solo demandará 1.5 m3/s, pero con proyecciones de llegar hasta 3 m3/s desde el mismo río”, y ahí fue donde quedó al descubierto toda la arquitectura montada el pasado viernes sobre imprecisiones e inexactitudes, pues como saben que el río Masacre apenas transita 2.5 a 3 m3/s, pero Haití necesita 3 m3/s, entonces se quiso dar a entender que toda el agua que maneja la provincia de Dajabón, incluyendo a la distante presa de Chacuey, se extrae desde el casi seco río Masacre al pasar por Dajabón, diciendo que ya los dominicanos extraen de allí 10.6 m3/s, equivalentes a 240 millones de galones de agua al día, es decir, el 60 % del agua que diariamente recibe el Gran Santo Domingo, siendo absurdo pensarlo, mientras minimizaron el caudal de 3 m3/s proyectado para el canal de Haití, reduciéndolo por ahora a 1.5 m3/s para no provocar mucho ruido social, pues nadie aceptaría que a un río que apenas transita 2.5 a 3 metros cúbicos por segundo se le extraigan 3 metros cúbicos por segundo para un canal de otro país, porque el río quedaría totalmente seco, afectando a cientos de productores y a los manglares de Manzanillo, pero si se insinúa que los dominicanos ya extraen 10.6 m3/s desde el río Masacre, lo cual no es cierto porque ese río apenas transita la cuarta parte de ese caudal, entonces nadie objetaría que Haití extraiga una pequeña cantidad de 1.5 m3/s, y luego extraiga 3 m3/s, y la verdad es que hay que felicitar a los diseñadores de esa estrategia para ablandamiento de nuestra sociedad, porque demostraron genialidad.