¿Qué es bien y qué es mal? Bueno, si el resultado que obtienes no va de acuerdo con el que deseas, quizá es mal. Aunque pienso que lo más importante es que el resultado sea lo mejor para lo que ese individuo vivirá en el futuro. No lo que yo imagine que es bueno.

Unos amigos me comentaron que llevaron a su hija de 11 años al sicólogo porque se enoja con facilidad y tiene un carácter muy fuerte. Ella gritó algo de lejos, de inmediato, mi amigo se levantó y fue donde ella estaba. No les di consejos. No me los pidieron. Es un principio de vida: quien no me pide consejo, no lo quiere escuchar.

Vi por años cómo convirtieron a esa criatura en una superegoísta. Cumpliéndole cada deseo, gritándole, discutían entre los padres frente a ella y más. Sí, crecer en un ambiente de gritos enseña a gritar.

Lo peor es que nos basamos en un método que no toma en cuenta el objetivo. ¿Nos estamos planteando cómo quiero que mi hijo sea de adulto? Me refiero a lo que puedo influenciar, no a lo que es genético.
¿Cómo deseo que esa personita sea cuando esté en su vida independiente? No lo que logre, sino las herramientas personales que debe tener para llegar a esos logros.

Algunos desearían un gran líder. Le crían ordenándole todo lo que tiene que hacer, hasta la ropa que debe ponerse. No le dejan ningún tipo de margen de error. ¿Aprenderá a liderar o a recibir órdenes?
Veo hijos que dominan a sus padres. ¿Serán grandes líderes? Creo que obtendrán dictadores en un mundo de demócratas.

Algunos se empeñan en que sus hijos sean perfectos. Los mejores en la escuela, deportes, idiomas y otras disciplinas. Criarán personitas inseguras, con temor extremo a las imperfecciones y errores.

Si deseamos hijos o colaboradores de una forma, debemos ver cómo son las personas que deseamos imitar. Debemos usar métodos que lleven a adquirir esas herramientas. Si deseamos una alta autoestima, debe ser una persona segura de sus decisiones, por ejemplo.

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