En la República Dominicana predominan en la actualidad intenciones de reformas; pero aun más, desde el Gobierno se han tomado iniciativas para lograrlas de intensidades y velocidades nunca vistas.
Las intenciones de reformas adquieren una gran fuerza para convertirse en reales reformas en el corto plazo debido a que el partido oficial tiene mayoría en las cámaras legislativas, lo que viabiliza y facilita su potencial aprobación. Esto ahorra las acciones de consultas a las que se está “obligado” cuando no se tiene garantizada la mayoría para la aprobación; o también podría entenderse como una debilidad en cuanto a no poder enriquecer las propuestas; o siendo también realistas, hacer verdaderamente posibles las reformas dado que no pocas veces existen vías de consultas que es la mejor manera de dejarlo todo igual.
Aunque adquiera la connotación de paradójico, de todas las reformas ya en curso para su estudio y aprobación, es para algunos la reforma fiscal la que más se justifica y necesita, aun sea la más polémica por el amplio espectro de intereses que afecta.
El conjunto de propuestas de reformas podría no alcanzar un alto grado de convencimiento o justificación respecto a su necesidad o prioridad o inclusive si realmente hiciesen avanzar al Estado en su servicio a la sociedad; o aún más, mejorar las condiciones de vida de la población en general y así también en cuanto al progreso de las organizaciones privadas, no gubernamentales y las propias oficiales.
Eso así dado que, desde las intenciones de reformas ya convertidas en muy dinámicas iniciativas, podría no estarse viendo de forma clara enfoques o acciones simultáneas o transversales orientadas hacia un Estado más efectivo que implique al respecto un gran salto de calidad de la gestión estatal.
Podría sorprender la anterior aseveración; pero si recordamos lo que ha sucedido con la educación dominicana en la cual se han creado todas las precondiciones en cuanto a ley orgánica de avanzada, transformación curricular de gran nivel y pertinencia, condiciones de vida y trabajo para las y los docentes de las mejores en la región; y aun así, hasta las propias autoridades han afirmado que el dinero del 4% del PIB para la educación preuniversitaria en cuanto a aprendizaje se perdió- “se botó”- entre el 2013 y el 2022.
Lo dicho sobre la reforma en educación y sus traumáticos resultados es suficientemente contundente como para que las actuales acciones de reformas incorporen estrategias hacia un Estado realmente efectivo desde los distintos componentes que lo determinan.
Procede el salto cualitativo que transmute la intención y la ya segura aprobación, en un real avance.