Pensamos que se trataba de gente muy tonta cada vez que escuchamos que unos hombres llegados de muy lejos lograron engañar a los antiguos habitantes de estas tierras, dándoles espejitos a cambio del abundante oro que por entonces existía.
Pero el negocio sigue operando. Solo que ahora no se trata de oro ni de espejitos. Hace cuarenta años se reclamaba ante el dispar acceso a la información. Incluso, desde los países no alineados se propuso el Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación (NOMIC), así como desde la UNESCO surgió el denominado Informe MacBride, con el título “Un solo mundo, voces múltiples”.
Aunque ninguna de esas iniciativas logró prosperar, poco tiempo después se acogió aplicar una sobresaturación de “información”. Y el intento de procesar ese exceso, ni siquiera nos deja tiempo para pensar. Han vuelto a darnos espejitos a cambio de nuestro oro.