Se recomienda evitar el uso de suero para aludir a una vacuna, dado que es un tipo de medicamento distinto.
En los medios pueden encontrarse frases como las siguientes: «Se decidió aplicar el suero de AstraZeneca a mayores de 55 años», «Existe un fondo de vacunas de 1,3 millones de sueros» o «El país balcánico, uno de los más adelantados de Europa en inmunización, ofrece sueros gratis a los turistas».

Según el diccionario académico, el suero es la ‘parte de la sangre o de la linfa que permanece líquida después de haberse producido la coagulación’. También aclara en suero medicinal que puede ser una ‘disolución de sales u otras sustancias en agua, que se inyecta con fines curativos’, pero este sentido no es aplicable a este caso porque los fines de las vacunas son preventivos, y no curativos.

Hay que tener en cuenta, además, que puede haber tratamientos que se basan en un suero y no en una vacuna, como en el caso del suero de convaleciente, lo que hace aún menos recomendable identificar ambos conceptos, claramente delimitados en la terminología médica, como se comprueba en el Diccionario de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina de España.

Tal como señalan fuentes de esta institución, el término suero también se utiliza para referirse a lo que más técnicamente es un antisuero, que se extrae directamente de un ser humano o de un animal y que contiene determinados anticuerpos; el ser humano o animal al que el suero está destinado es un receptor pasivo del mismo. Las vacunas, en cambio, son preparados que constan de antígenos o de otros productos biológicos; el organismo del ser humano o animal que recibe la vacuna tiene un papel activo en el desarrollo de la respuesta inmunitaria inducida por la vacuna.

Por ello, lo apropiado en los anteriores ejemplos habría sido «Se decidió aplicar la vacuna de AstraZeneca a mayores de 55 años», «Existe un fondo de 1,3 millones de vacunas» y «El país balcánico ofrece vacunas gratis a los turistas».

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