Desde muy pequeños se nos pretende formar con valores que nos permitan insertarnos de manera armónica en la sociedad, propiciando una convivencia sana y de respeto, donde las decisiones sean tomadas de manera consciente para que repercutan positivamente en nuestras vidas y entorno.
Uno de los primeros métodos para hacerlo es la utilización de fábulas, para que a través de sus moralejas, los individuos identifiquemos los vicios y costumbres presentes en nuestro mundo, así como la naturaleza humana y sus intrincadas formas de manifestarse.
En la actualidad vivimos una época en la que las sociedades de diversas naciones con una larga cultura democrática –y otras no tanto- han iniciado un proceso de cambio en sus élites gobernantes a través del voto, las cuales son desplazadas por movimientos liderados por individuos que pudieran encuadrar más en un perfil autoritario que en el de un demócrata.
Un claro ejemplo es la elección de Jair Bolsonaro como Presidente de Brasil en días pasados, un individuo cuyo discurso ha sido catalogado como misógino, autoritario, xenófobo y homofóbico, pero que aun así logra ganar los comicios al centrar sus ataques sobre el Partido de los Trabajadores (PT) y los escándalos de corrupción que tanto ha repudiado la sociedad brasileña, estableciendo la idea de que el PT es el origen mismo de los problemas del país.
Se ha considerado que en la sociedad brasileña como en otras tantas donde se han dado cambios de régimen similares, el factor que lo propicia es la falta de valores democráticos.
Sin embargo, la visión anterior es errónea, no podemos asumir que la sociedad es capaz de determinar en su totalidad el tipo de gobierno que desea tener y que la presencia de valores democráticos per se evita la llegada de este tipo de gobernantes. Puesto que hay otros actores que sirven como “guardianes” de la democracia y estos son los partidos políticos.
Pero cuando estos “guardianes” fallan en su rol de satisfacer las necesidades y exigencias de sus sociedades de forma eficiente, su capacidad de mantener a raya a estos individuos se verá limitada e inclusive nulificada, puesto que la sociedad estará tan cansada de no ver atendidas sus necesidades que podría optar por elegir a un líder que les representa un cambio tajante a la situación que viven, sin que esto signifique que dicha decisión sea tomada de manera consicente y razonada a profundidad.
Para ejemplificarlo mejor, podemos retomar la fábula de Esopo del Caballo, el Ciervo y el Cazador:
Un caballo decidió vengarse de un ciervo que lo había ofendido y emprendió la persecución de su enemigo. Pronto se dio cuenta de que solo no podría alcanzarlo y pidió ayuda a un cazador. Este acepto ayudarlo, pero le dijo: “Si tu deseo es conquistar al ciervo, debes permitirme ensillarte para así poder guiarte tras el enemigo”. El caballo aceptó y con la ayuda del cazador pronto vencieron al ciervo. Hecho esto, el caballo le dijo al cazador: “Ahora bájate y remueve esto que has colocado sobre mi espalda”, a lo cual el cazador respondió: “De ninguna manera, estás en mi poder y sé lo que vales. Vivirás sometido a mi voluntad y servicio por el resto de tu vida”.
En este sentido una ofendida sociedad brasileña –el Caballo- por los escándalos de corrupción, vio en la elección de Jair Bolsonaro –el Cazador- un líder capaz de guiarlos para poder castigar a la elite gobernante de su país, en especial al Partido de los Trabajadores –el Ciervo-. Ahora habrá que esperar, si la elección del caballo fue acertada o si por el contrario, el Cazador tomará ventaja del poder otorgado y subyugara a su voluntad el destino de su nueva posesión.
El autor es politólogo, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).