El manejo de la economía es difícil, principalmente en tiempos de crisis, porque medicamentos necesarios para sanarla o aliviarla pueden afectar algunos de sus órganos, como sucede con el cuerpo humano.
Se ha demostrado que la inflación es una de las variables económicas más espinosa de enfrentar, incluso para los grandes expertos en economía.
Una de las recetas utilizadas en los últimos años para controlar o detener la subida galopante de la inflación, provocada en todo el mundo por la pandemia del Covid-19 y la guerra entre Ucrania y Rusia, es el aumento de las tasas de interés bancario, con la finalidad de disminuir el circulante de dinero y la demanda de bienes y servicios.
Sin embargo, esa medida importante suele tener un efecto negativo para algunos actores económicos, ya que puede desincentivar la inversión y golpear con más costos a los deudores de las instituciones financieras, los más afectados son los integrantes de la clase media que tienen préstamos hipotecarios o de vehículos, así como empresarios y promotores inmobiliarios, que ven incrementado el valor de dinero necesario para ejecutar sus proyectos. Pero como el negocio de los bancos es prestar dinero y el alza de las tasas de interés bancarias cumple con su labor de frenar la búsqueda de financiamientos a través de ellos, esa medida sanadora de la economía disminuye su capacidad de captar nuevos clientes.
Como una muestra de que “a veces sale más cara la cura que la enfermedad”, precisamente en medio de que la Reserva Federal de Estados Unidos ha aumentado la tasa de fondos federales de referencia hasta 5.25%, la más alta en más de 15 años, han quebrado Silicon Valley Bank y del Signature Bank, y First Republic Bank embargado y vendido a JPMorgan Chase, aunque la mayoría de esos resultados son atribuidos a malas decisiones de negocios de los inversionistas de esas entidades.
Las autoridades de nuestro Banco Central, como han hecho las de otros países, se han vista obligadas a tomar la agridulce medicina de aumentar la tasa de política monetaria hasta 8.50% para frenar la inflación, lo cual ha dado como resultado su reducción en abril pasado a 5.15%, cuando doce meses atrás estuvo en 9.64%.
El fármaco más indicado para controlar la inflación, como es el incremento de las tasas de interés bancario, puede causar una recesión económica mundial, con serios trastornos sobre el importante sector inmobiliario, si el tratamiento se extiende por mucho tiempo.
Para sanarnos del mal de la inflación y evitar una recesión económica mundial, los empresarios nacionales e internacionales, quienes pueden perder o ver reducidos sus bienes, deben ser más conscientes y controlar su voracidad económica, sustentada en el capitalismo, y ceder a los clientes una parte de sus márgenes de beneficios, mediante la venta de productos y servicios a precios justos.