Recientemente, las redes sociales se inundaron de mensajes alarmantes que daban cuenta de que en las próximas horas se produciría un gran terremoto que destruiría una parte importante de la ciudad de Santo Domingo y del resto del país, y fue tanto el pánico generado en la población que muchas personas nos llamaron y nos escribieron para consultarnos sobre la veracidad de esa afirmación que, según algunos de ellos, estaba sustentada en una declaración de un Instituto especializado en el tema sísmico, la cual pertenece a una reconocida institución académica, por lo que fue necesario aclararle a la prensa que nos consultaba, y a la gente que nos llamaba, que cuando decimos que el país debe prepararse para un próximo evento sísmico de gran magnitud no quiere decir que el terremoto se va a producir mañana, ni en esta misma semana, sino que cada día que pasa estamos más cerca de que se repita un gran evento sísmico catastrófico, ya que el pasado 4 de agosto de 2017 se cumplieron 71 años del fuerte terremoto de magnitud 8.1 que en fecha 4 de agosto de 1946 estremeció la costa nordeste de la isla Hispaniola, lo que indica que allí ya hay suficiente energía elástica acumulada para romper las rocas y producir un terremoto de magnitud superior a 7.5 en la escala de Richter.
Es importante saber que la corteza terrestre está en permanente desplazamiento gracias a las corrientes convectivas magmáticas que se generan fruto del calor intenso del interior del planeta Tierra, y que en la medida en que pasa el tiempo las rocas expuestas en las zonas de contacto entre dos o más placas tectónicas se van plegando y deformando por los empujes de las placas tectónicas vecinas, por lo que en esa misma medida aumentan las posibilidades de que al sobrepasar la resistencia máxima de esas rocas plegadas se produzca una importante rotura sísmica de dichas rocas, y esa súbita rotura es la que libera ondas de compresión y ondas de corte que producen una fuerte sacudida sísmica del suelo y de las estructuras levantadas sobre esos suelos, lo que indica que a mayor tiempo sin que se produzca un gran terremoto en una determinada zona sísmicamente activa hay mayor probabilidad de que en un futuro relativamente cercano se produzca un fuerte terremoto, y que es mejor saber qué hacer antes, durante y después de un terremoto, pero sobre todo revisar todas nuestras edificaciones y comenzar a corregir, por ley, tantas y tantas vulnerabilidades sísmicas estructurales que están a la vista de todos.
Mucha gente todavía recuerda el terremoto de magnitud 7.0 que en fecha 12 de enero de 2010 tuvo epicentro a 15 kilómetros al suroeste de la ciudad de Puerto Príncipe, Haití, en la falla sísmica de Enriquillo (Plantain Garden), con hipocentro a tan solo 10 kilómetros de profundidad, por lo que casi 400,000 edificaciones construidas sobre suelos arcillosos y arenosos flexibles colapsaron matando a 316,000 personas, hiriendo a 350 personas y dejando a 1.5 millones de personas sin hogar, tragedia de la cual Haití no ha podido levantarse por ser la mayor tragedia sísmica producida por un terremoto de magnitud 7.0, y algo igual o superior puede ocurrir en el valle del Cibao y en la costa norte del país, pero la gente se mantiene ajena a esa realidad porque en nuestro país no hay programas de educación sísmica a la población, y los pocos que nos ocupamos de esta tarea muchas veces somos acusados de alarmistas y asustadores, cuando en realidad lo que alarma y asusta a la gente es ver tragedias como la ocurrida en Haití y pensar en la posibilidad de estar bajo escombros de una ciudad aplastada por un repentino fuerte terremoto.
Es importante recordarles a los constructores y a las autoridades que los suelos buenos para la agricultura son malos para la construcción, y que las rocas buenas para la construcción son malas para la agricultura, siendo esa la regla de oro que ha de marcar la diferencia en las asignaciones de los diferentes usos de suelos en nuestros planes de ordenamiento territorial y en nuestros modelos constructivos, pues muchos constructores piensan que pueden levantar sobre suelos flexibles edificaciones exactamente iguales a las que levantan sobre rocas rígidas, sin saber que fue esa la causa de la gran tragedia sísmica de Puerto Príncipe, Haití, ya que allí la gente construía sin distinguir entre suelos flexibles y rocas rígidas, y el día 12 de enero 2010 vimos que el 100% de lo que colapsó durante el terremoto estaba sobre suelos flexibles y que el 100% de lo que estaba sobre roca rígida se quedó de pie, por lo que en los suelos arcillosos de Los Prados, San Gerónimo, La Castellana, Villa Mella, Santo Domingo Norte, Santiago, La Vega y el Cibao no se debe construir igual a como se construye en la roca caliza del Polígono Central de Santo Domingo.
Es importante conocer los peligros sísmicos que nos acechan y comenzar a prepararnos para saber qué hacer antes, durante y después de un evento sísmico mayor, pero nuestra mayor preparación debe comenzar en el sector construcción porque en la Rep. Dominicana se construye como quiera y donde quiera, sin distinguir entre rocas rígidas y suelos flexibles, y el día del próximo gran terremoto veremos que todos estarán culpando solamente al terremoto y a las fuerzas de la naturaleza, mientras los responsables de construir mal sobre suelos flexibles de mala respuesta sísmica se quedarán callados como siempre ocurre en cada lugar donde un fuerte terremoto deja tierra arrasada.