A pesar del escepticismo y la posición reduccionista de muchos ignorantes, la depresión es una enfermedad tan importante como la diabetes, la artritis o tantas otras, pero puede ser más peligrosa porque tiende a ser silenciosa y a mostrar sus síntomas cuando ya está bastante avanzada.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión puede convertirse en un problema de salud serio y en el peor de los casos puede llevar al suicidio, que es la causa de cerca de un millón de muertes anuales.
Y aunque existen numerosos tratamientos efectivos para la depresión, la mayoría de los afectados en todo el mundo, especialmente en países en desarrollo como el nuestro, no los recibe.
La falta de información y la incapacidad de muchas personas para entender la depresión como enfermedad con todos sus síntomas empeora el problema, pues el que la padece usualmente se culpa a sí mismo o sus familiares y relacionados le llaman debilidad y “ñoñería”, lo que agrava la sensación de tristeza y soledad que caracteriza el padecimiento.
La depresión es algo delicado que, por no presentar síntomas físicos evidentes, resulta difícil de comprender para quien no la padece, pero es urgente que se hagan esfuerzos para que se tome en serio como una enfermedad tan real como el dengue o la neumonía. Es mucho más tratable si las personas que rodean a los enfermos o los mismos afectados comprenden esto para que puedan tomar medidas que contribuyan a la mejoría y a prevenir incidentes lamentables.
Si alguien se rompe una pierna o un brazo, inmediatamente lo llevan a un hospital a inmovilizarlo, pero al depresivo pocas veces se le busca ayuda con celeridad porque su enfermedad, a pesar de lo grave, es la gran incomprendida del sistema.
Por ello, todo el que conozca a alguien que le parezca estar deprimido, como es mejor precaver que lamentar, debe estimularle a conseguir un diagnóstico adecuado y, de ser necesario, exhortarlo a llevar a cabo el tratamiento asignado. Y si parece tratarse de una persona que está en crisis y que podría hacerse daño, hay que llamar rápidamente a un médico psiquiatra y explicarle la emergencia y bajo ninguna circunstancia dejar al depresivo solo.