El Gobierno que encabeza el presidente Luis Abinader cumple su primer año. Hay muchas expectativas al respecto, sobre todo cuando su discurso ha sido siempre el del cambio.
Un cambio que muchos dominicanos compraron por el anhelo de lograr un mejor país, donde se sancione a los corruptos, que haya seguridad para los ciudadanos y se respete el derecho que tenemos todos a vivir tranquilos, con posibilidad de una buena alimentación, un techo y un servicio de salud eficiente.
Hay acciones concretas que si logran concluirse pudieran establecer un referente ante reclamos históricos de la gente. Pero un año es poco tiempo para medir resultados en su justa dimensión.
Plausible es el manejo de la vacunación en manos de una mujer que se estrenó también en la administración pública: Raquel Peña y lo ha hecho con entereza.
Timonear el barco para que no sucumbiera en momentos de incertidumbre de la pandemia, aceptar que la justicia merecía de mejores actores para su ejecución, salvar el año escolar, en fin, hay luces que destacan pese a las sombras que en la mayoría de veces atrapan a los gobiernos en este primer año.
El Presidente de la República no se ha detenido y todos lo hemos visto, pero no siempre ha encontrado apoyo en su gabinete de gobierno.
Algunos parecen no estar claros con el momento que vive el país y bajo las condiciones que supusieron su ascenso al poder.
Se confiesan amos y señores y olvidan la misión de humanizar la política, que ha asumido con buenos resultados la pareja presidencial.
A esos funcionarios, señor Presidente, es que usted no puede seguir premiando.
Los dominicanos necesitamos mantener viva la llama de la esperanza y creer que el cambio llegó y no sólo es parte de un discurso político o de un grupo en específico, sino que sus efectos se sentirán en toda la población.