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El Ministerio de Trabajo introdujo la propuesta de reforma laboral en una acción responsable con una normativa que exige actualización. Y aunque se ha conversado en otros momentos y gobiernos sobre esta posibilidad de actualizar la ley que rige las políticas laborales de los dominicanos que tiene más de 30 años promulgada, no ha sido hasta este momento cuando se ha contado con la voluntad política para que eso suceda.

Las conversaciones entre patronos, empleados y sindicatos siempre han sido álgidas, sobre todo, cuando llega el punto medular a la discusión; la cesantía, culpable de mantener en vilo una reforma que no debería postergarse más.

El consenso es bueno, es importante y prudente, pero más allá de esa posibilidad de escuchar y “negociar” con los sectores involucrados, está el procedimiento de hacer lo que hay que hacer, por encima de intereses particulares y de grupos en específico.

Ya la propuesta se encuentra en el Congreso Nacional, hay una comisión de senadores que revisa y se encarga de seguir escuchando a los sectores afectados en esta reforma, no obstante, ha sido un acto inesperado, pero, -tal vez-, el más plausible de parte de algunos senadores, como Rogelio Genao, Antonio Marte, entre otros, en coherencia con las funciones que deben primar en un legislador: representar, fiscalizar y legislar, que hayan dejado claro a la opinión pública que ellos estarán escuchando todo lo que haya que escuchar y consensuar, pero que el tema de la cesantía no se tocará.

La propuesta de reforma fiscal llegó directamente del Poder Ejecutivo, aunque existe la posibilidad de que luego de la discusión en el Congreso Nacional se agreguen o quiten algunos puntos, ya que está dentro de las facultades del primer poder del Estado. Ante esa posibilidad es propicio recordarles a los honorables congresistas que cumplan con su palabra, sobre todo, a los que juraron defender los intereses del pueblo y de la mayoría. La cesantía es una conquista adquirida que ha costado muchas luchas a algunos hombres y mujeres, esos que ven en la misma su único seguro de vejez ante los vaivenes de la vida que traen consigo sorpresas (enfermedades) que ponen en riesgo un patrimonio que se resume a un techo, simplemente, otros ni siquiera pueden darse el lujo. Es importante que los honorables escuchen y que recuerden bien que esta compensación la tienen ya ganada quienes dedican décadas de trabajo y tiempo que jamás volverá.

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