El economista español Antonio Argandoña se ha atrevido en innumerables ocasiones a abordar el papel de la oposición desde una perspectiva que no necesariamente es la que le gustaría a la oposición política de cualquier país.
Hemos visto que no siempre la oposición ejerce un papel eficaz y mucho menos establece líneas de acción claras. Ideas, propuestas, más que enfrentamientos vacíos y de poco convencimiento para la ciudadanía. No todos los partidos tienen el “don” de saber jugar a ser “opositores”, y otros, por el contrario, tienen la bondad de ser opositores natos, aunque se enfrentan a la realidad de que una vez llegados al poder, la decepción se apodera de quienes confiaron en su discurso, ubicándose más cerca del populismo.
En el país, varios partidos juegan a una oposición diferente. En el caso del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), tras un ciclo ininterrumpido de 16 años en el poder, le ha tocado ir aprendiendo a pulso, las tácticas de ataque, para granjearse un espacio en el convulso escenario político dominicano.
Sin embargo, hay voces importantes del peledeísmo que nunca la asociaremos a una oposición mordaz, por el criterio con que se han manejado a través de los años de ejercicio político.
Las declaraciones del dirigente peledeísta, Francisco Domínguez Brito, lo han puesto en la línea de fuego en varias ocasiones, una estrategia no muy inteligente, partiendo del valor que tiene para su partido como actor político. Domínguez Brito ha salido al frente una y otra vez, sus críticas van en ataque directo al gobierno del Presidente Luis Abinader. Lo ha calificado, por ejemplo, como un gobierno de “improvisación y vaivenes”. Y, aunque tiene razón en algunos de sus planteamientos, han sido unas declaraciones recientes que lo llevaron a ser tendencia por más de un día.
Se le escuchó decir contundentemente que el año escolar fue un “total fracaso” y por el otro lado se despachó contra el endeudamiento del gobierno.
Hay críticas cuyas pruebas son evidentes como la que hace sobre el endeudamiento público, sin embargo, cae en el tremendismo su opinión de que el año escolar fue un total fracaso. Un poco distante del dirigente sensato y comedido que solía ser Domínguez Brito. El planteamiento final del economista español para la oposición es claro, “la oposición debe buscar gobernar desde la colaboración, asumiendo la responsabilidad de disentir, aunque buscando el mayor bienestar para la población en general”.