La crisis económica y política que viven nuestros vecinos haitianos, ha permitido que este país sucumba en sus días más grises en término de inseguridad y violencia. Crecimos escuchando las historias más variopintas que daban cuenta de que en este país tan cercano al nuestro, sucedían las cosas más impensables, relacionadas a una cultura de violencia que se incrementaba según el presidente de turno y las capacidades que tuviera para mantener a raya a esos grupos armados e incontrolables en determinados momentos.

Haití vive días muy oscuros, luego del magnicidio de su presidente Jovenel Moise. Las intenciones que desde el inicio de su mandato ha tenido el Presidente Luis Abinader, de acercarse, para colaborar como país hermano, prometiendo un sinnúmero de acciones para tratar temas puntuales como el de las parturientas haitianas, quedaron sin efecto, ante este lamentable e inesperado hecho. El avance del diálogo con las autoridades pasadas, entre ellas, el propio presidente Moise, no han encontrado espacio en este período tan incierto que vive Haití, donde aún ni ellos, han podido llegar a una conclusión definitiva de quiénes y porqué asesinaron a su Presidente. El primer ministro de Haití, Ariel Henry, según reportan algunos medios haitianos, seleccionó el pasado viernes un emisario especial para continuar, en este momento, la línea de diálogo con República Dominicana. Se habla de que la persona asignada es Daniel Supplice, un exembajador que llegará a Santo Domingo esta semana para seguir conversaciones con el gobierno dominicano. Una buena noticia dentro de todo un panorama sombrío.

Mientras eso ocurre, todo indica que hacen falta muchas cosas para que Haití pueda conseguir la paz y es una de las razones por la que el gobierno dominicano ha puesto especial atención a este tema, dejando claro a la comunidad internacional el papel que estaremos jugando de cara a la realidad haitiana.

El mandatario dominicano, sorprendió a todos llamando al liderazgo nacional a reunión, para buscar un consenso sobre las medidas que deberá adoptar el país para que la comunidad internacional preste atención a Haití.

Son días de unidad, son días en los que la clase política dominicana debe demostrar su madurez dejando a un lado, intereses particulares y poniendo en la mesa de ese diálogo, un profundo compromiso por el bienestar de nuestra nación.

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