La última vez que desde el PLD se le habló al país de la necesidad de sangre nueva fue en el 1996. En las elecciones de ese año, los peledeístas presentaron la fórmula Fernández-Fernández. Leonel Fernández, de 43 años, y su compañero de boleta, Jaime David Fernández Mirabal, de 40, representaban la opción renovadora y refrescante, en momentos en que el poder lo dejaba un nonagenario, y el principal retador era el líder del PRD, José Francisco Peña Gómez. Es decir, que en su momento, Leonel fue el representante de la sangre nueva. De hecho, su slogan era “el nuevo camino”.
El discurso de Danilo
El argumento de sangre nueva se puede usar para promover a una figura o propuesta o para descalificar a otra opción. Eso se dio en el 1996. Había que resaltar lo nuevo, para vender a Fernández como el relevo, en un momento en el que grandes líderes dominaban el escenario. En cuanto a la situación actual, surge la interrogante: Cuando Danilo Medina habló de sangre nueva, ¿lo hizo para descalificar a Leonel, antiguo exponente de ese concepto, o para favorecer a un delfín? Para ambas cosas, sería la respuesta más lógica…
Partido y funcionarios
La inyección de sangre nueva, que no es más que la renovación de la que antes tanto se hablaba, es una tarea pendiente en los partidos políticos. El PRM lo ha entendido parcialmente y colocó dos jóvenes al frente de la dirección. En el PLD hay algunas tímidas señales. Danilo Medina bajó el promedio de edad en el Comité Político cuando impulsó la entrada de un grupo de dirigentes más jóvenes que la mayoría de los integrantes del organismo. En el Gobierno, al observar algunos nombramientos, entre ellos algunos recientes, se ve la intención de propiciar la participación a figuras nuevas. Para muestra, tres botones: El ministro de Economía, Juan Ariel Jiménez, tiene 34 años de edad. Rafael Paz, director de Competitividad, tiene 36, y Carlos Pared Vidal, director ejecutivo de RD ante el BID, tiene 31.