Si el presidente Luis Abinader quiere, convencerá a su familia de que debe optar por otro periodo presidencial, pero primero tendría que convencerse a sí mismo de que es la decisión correcta. Las razones para un “sí” son muchas. Tantas, que sería muy difícil, por no decir imposible, que un político de aquí o de cualquier parte del mundo, en las circunstancias en que él se encuentra, desperdicie la oportunidad de buscar el cargo por otros cuatro años.
Ley y costumbre
Abinader está habilitado constitucionalmente para repostularse, y no tiene impedimento estatutario porque en su partido, el PRM, se eliminó un innecesario, inconstitucional y absurdo artículo que contemplaba la prohibición de la reelección a quien llegara a la Presidencia por ese partido. Además de la habilitación, que es un aspecto puramente legal, hay un terreno fértil para la reelección, debido a que luego de haberse aprobado todos los modelos, el electorado dominicano ha estado asimilando en los últimos años el esquema de una sola reelección, como sucede en otros países, en los que la tendencia es dar oportunidad a un mandatario que haya hecho una gestión de aceptable hacia arriba. No significa que es automático, pero los votantes se van acostumbrando a dar una segunda oportunidad al gobernante de turno, que fue lo que ocurrió tanto con Leonel Fernández como con Danilo Medina.
Factores a favor
El nivel de aceptación en la población es el primer punto que tiene que mirar un Presidente para decidir si opta o no por la repostulación, y en el caso de Abinader, el suyo es considerablemente alto, como lo admiten sus opositores, quienes señalan que esto no equivale a intención de votos, lo cual es cierto, pero también lo es que sin buena aceptación no hay victoria posible. Su tasa de rechazo no es tan alta, y parecería que hay comprensión de parte de la población del hecho de que le ha tocado gobernar en tiempos de crisis. Eso, paradójicamente, parece más bien un factor a su favor. Su otra ventaja, y que realmente es una consecuencia de todo lo anterior, es que no tiene rival de consideración dentro de su partido.