El librito lo dice claro, y con letras grandes: El PLD y Fuerza del Pueblo están obligados a llegar a un acuerdo para las elecciones del 2024, si es que quieren competir con posibilidades de éxito. Lo que habría que definir sería los niveles de la alianza, su alcance, y si será para las elecciones de febrero o esperarán los comicios de mayo. Después de ahí, el próximo chance sería una eventual segunda vuelta en las presidenciales que podría no darse. Pero a pesar de la clara necesidad de unirse, la posible alianza tiene escollos que morados y verdes tendrían que superar.
Los retos
La ruptura definitiva en el PLD se produjo hace menos de cuatro años, por lo que las heridas todavía no han cerrado, pero es un tema que se puede superar, aunque estemos hablando de un tiempo récord. Para ello, tienen a su favor el hecho de que nunca ha habido grandes diferencias, ni en el medio ni abajo. El problema mayor es entre las cabezas, y a ese nivel, últimamente se ha notado algún acercamiento, aunque sea protocolar. Resolver lo del discurso es otro problema, aunque menor. Tendrían que unificar criterios y generar un planteamiento dos sectores que han acabado uno con el otro y que mutuamente se acusaron de la pérdida del poder. No deja de ser un tema, aunque con el pragmatismo imperante, no debe ser una gran dificultad.
La parte difícil
Pero hay otros factores que sí podrían convertirse en escollos para la alianza. Si se da a nivel municipal y congresual, el reto sería distribuir las candidaturas de forma equitativa. Se supone que sería en base a las posibilidades reales de cada cual, pero para eso habría que sincerarse y resulta que los dos inflan sus números. El PLD dice que lucha con el PRM por el primer lugar y el líder y candidato de la FP habla de irse en una primera vuelta. Con esas credenciales, se hace un poco difícil negociar.