Lo de Balaguer y su famosa frase, “con un toque anoto”, es solo anecdótico. La realidad es que desde el tercer lugar no se llega al poder. En un sistema de doble vuelta, como el que rige en el país desde 1996, la meta de un partido con vocación de poder y posibilidades de alcanzarlo es llegar por lo menos en una segunda posición y optar por el triunfo en una segunda ronda. El primero y el segundo son los lugares “del dinero”. Pero también es cierto que un tercer lugar, en ocasiones, puede ser más importante que un segundo, porque puede definir las elecciones y obtener una cuota importante del poder. Suele suceder en muchos países, pero aquí solo hay una experiencia y fue en las elecciones del 1996.

El único caso

En esos comicios, el PRSC, con Jacinto Peynado como candidato presidencial, obtuvo un 15 por ciento de los votos en la primera vuelta, mientras el PRD, con José Francisco Peña Gómez, se quedó corto para ganar, ya que logró un 46 por ciento. Los rojos, con su tercer lugar, definieron los resultados de la votación decisiva realizada 45 días después. El Frente Patriótico ha sido la única experiencia local de una alianza del segundo y el tercero para ganarle al puntero. En teoría, el apoyo del PRSC al PLD fue “sin condiciones”. Pero en la práctica sí se compartió el poder, porque aunque no se acordó de manera institucional, varios reformistas fueron nombrados en el gobierno de Leonel Fernández.

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