En el proceso electoral del 2000, el PLD le hizo “capú” al PRSC y logró el segundo lugar. La última encuesta de Gallup le daba a Balaguer y a los rojos una ligera ventaja sobre Danilo Medina y los morados. El poder hizo la diferencia. Paradójicamente, esto decretó el triunfo de Hipólito Mejía y el PRD, que se graduaron sin tomar todas las materias del pensum. El binomio Hipólito-Milagros lucía fuerte, rozaba el 50 más uno, por lo que la única posibilidad de vencerlo era en una segunda vuelta, pero solo si los reformistas quedaban en segundo lugar. En ese escenario, se podía esperar que casi todos los que votaron morado en la primera vuelta votaran colorado en la segunda. Pero la situación inversa era casi imposible. Y si quedaban dudas de que no habría reedición del Frente Patriótico, el mismo Balaguer lo aclaró a una comisión de peledeístas que lo visitó luego de la primera vuelta.
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Los casos del 2004 y el 2008
Los reformistas apostaban a una plata que podían convertir en oro, pero en vez de eso, tuvieron que conformarse con bronce. Fue solo la segunda vez que el entonces partido más ganador del sistema, quedaba en una tercera posición. Pero volvió a quedar en ese puesto dos veces más, de manera consecutiva. En las elecciones del 2004, con Eduardo Estrella como candidato presidencial, y en las del 2008, representado por Amable Aristy Castro. En ninguno de esos comicios, fue un factor decisivo como partido, ya que en ambos procesos, el PLD ganó en primera vuelta. Pero en las dos ocasiones, aunque no hubo acuerdo institucional del PRSC con las otras dos fuerzas principales, sí hubo acuerdos de grupos. Los reformistas se dividieron en tres: los que apoyaron al PLD, los que se fueron con el PRD y los que respaldaron al candidato de su partido. A partir de ahí, se ha mantenido la división entre púrpuras, rosados y rojos. Y estos últimos parecen ser cada vez menos.