La fotografía que circuló el pasado fin de semana en la que aparecen Hipólito Mejía y Miguel Vargas podía ser engañosa, en principio, pero a medida que se conocen datos detrás del episodio que recoge la imagen, se confirma que no se trata, ni por asomo, de un acercamiento político entre los dos protagonistas principales de la última división del PRD. De hecho, la historia del “encuentro” demuestra que se mantienen casi intactas las diferencias entre ambas figuras. Lo primero es que fue en un ambiente familiar, en una actividad celebrada en Las Terrenas, provincia Samaná. Hace mucho que se conoce que el hijo mayor de Mejía está casado con una hermana de Vargas, y también se sabe que ese vínculo no ha sido motivo de un acercamiento entre los dos políticos, cuyas diferencias provocaron la división del PRD y el nacimiento del PRM, hoy en el poder. Hipólito y Miguel podrían soportarse pero está claro que no se gustan. Si así fuera, al expresidente no le habrían preguntado, como él mismo narra, que si no le molestaba que se sentara en su mesa quien además fue su secretario de Obras Públicas. Es decir, que no solo no hay acercamiento político, sino que la relación personal no es buena, al menos en este momento.
Discurso de Leonel
Leonel Fernández se tomó su tiempo para responderle al presidente Luis Abinader. No es usual que un discurso presidencial sea respondido ocho días después, cuando ya son otros los temas que dominan el debate. La parte buena es que fue una respuesta de calidad, cuidadosamente elaborada, en la que el líder de Fuerza del Pueblo presentó sus números, con la intención de refutar los datos presentados por el mandatario. La parte negativa, para él, es que no tuvo impacto, no se identifica un planteamiento concreto que sea contundente. Prueba de ello es que las notas periodísticas tienen enfoques variados. En definitiva, su discurso apenas le sirvió para reafirmar el apoyo de sus incondicionales.