El predominio de encuestas y asambleas de delegados, como métodos para definir candidaturas en casi todos los partidos, habla claramente del miedo que le tienen las cúpulas a la democracia interna. Es un tema viejo, pero su vigencia llama la atención en los tiempos actuales, cuando se habla tanto de participación, democracia y de empoderamiento de la ciudadanía. Las encuestas, aunque legalmente ahora son válidas para seleccionar candidatos, constituyen el método más opaco, mientras que las asambleas, que siempre han existido, son los mecanismos más cerrados y menos participativos. Hay razones para pensar que las cúpulas pueden maniobrar para seleccionar o al menos influir en la selección de candidatos usando esas metodologías. En cierto modo, se sustituye la democracia por la dedocracia.
Las reservas
Los partidos, que antes usaban el dedo sin control, ahora tienen el límite que les impone la ley. Solo un 20 por ciento de los candidatos pueden ser señalados, en virtud de la famosa “reserva”. Pero al evadir primarias y optar por otros métodos, estos partidos, al parecer, buscan contar en la práctica, con una especie de extensión disfrazada de esa reserva. Es otro acto de “tigueraje” de los políticos.
Utilidad del dedo
El dedo no es malo del todo, y por eso existe una cuota para que los partidos se reserven algunas candidaturas, pero pasarse de ahí es hacer trampa en detrimento de la democracia interna y de los militantes partidarios. La parte positiva de señalar candidatos es que abre la posibilidad de llevar candidatos a cargos electivos con grandes cualidades, pero sin posibilidades de ganar votaciones internas porque no se dedican al activismo político.
Destellos de democracia
El PRM fue la excepción de la regla al decidir realizar primarias, aunque solo a nivel de regidurías y de vocales de distritos municipales. El PLD también hizo un ejercicio interesante con su consulta interna que, si bien estaba fuera de tiempo, permitió que se expresaran los peledeístas.