Luego de las elecciones presidenciales y legislativas, se ha destacado mucho el comportamiento de la ciudadanía y la madurez demostrada por los actores políticos que compitieron en el certamen. También se tiene que resaltar el papel jugado por la entidad que organizó el proceso, la Junta Central Electoral. El órgano sacó calificaciones altas en organización, montaje y en uno de los aspectos más difíciles que es lidiar con los competidores, sus observaciones, quejas y presiones. Como ya se contaron los votos, se puede decir que la JCE logró culminar todo el proceso con éxito, aunque el camino no estuvo exento de obstáculos. Se nota que el presidente de la JCE, Román Jáquez, tenía plan A y B, pero cuando se presentaron imponderables, también actuó con prontitud, como cuando una decisión del TSE obligó a la Junta a cambiar más de 600 mil boletas que ya estaban hechas y empacadas.
Un real avance
El proceso que culmina va a ser recordado porque se comenzó a cambiar la forma de hacer campaña. Hubo más propuestas que nunca, además de que abundaron los debates y se produjo “el real debate”, con la participación de los principales candidatos presidenciales. Desde hace tiempo se están reclamando campañas más propositivas, menos ruidosas, costosas e invasivas, y ahora se avanzó un poco en esa dirección. Los políticos no pueden prescindir de las caravanas, pero esta vez hicieron menos que nunca, y hubo pocas concentraciones o manifestaciones. De hecho, no se realizaron los mítines de cierre, y a nadie le hizo falta.
Lecciones
El electorado dominicano se inclina a votar para que haya un desenlace en la primera vuelta. Muchos no han asimilado este fenómeno a pesar de que son los hechos y los números los que han hablado. También se demostró que la población se ha acostumbrado al modelo de una reelección, y premia al mandatario que entiende que lo ha hecho bien. Ahí están como pruebas vivientes, Leonel Fernández, Danilo Medina y ahora Luis Abinader.