Con tres actores principales compitiendo en las elecciones presidenciales del 2024, aumentan las posibilidades de que se presenten escenarios de segunda vuelta.
Por lo menos en teoría, porque en otras ocasiones, la competencia electoral ha estado dominada básicamente por tres partidos y todo se ha definido en una ronda.
Esto principalmente se ha dado porque en algunos comicios en los que durante la campaña parecía que tres fuerzas dominarían, finalmente, en las urnas, una se ha quedado muy por debajo de las expectativas y en consecuencia lo que se ha dado, en la realidad, es una bipolarización.
Posibilidades
Cuanto hay tres competidores fuertes, hay varias formas de que se distribuyan los votos, y la necesidad o no de una segunda vuelta dependerá de cómo se dé esa distribución.
Un escenario posible es que el puntero ronde el 50 por ciento del apoyo del electorado y los otros dos partidos se disputen la otra mitad de los votos, con partes más o menos iguales. Fue lo que ocurrió en las elecciones del 2000, cuando el PRD casi logra el 50 por ciento, y el PLD y el PRSC sacaron, cada uno, alrededor de una cuarta parte de la votación. Ahí no hubo segunda vuelta, aunque tocaba.
Otra posibilidad es que cada uno de los tres partidos se consolide claramente en una posición determinada.
Uno como puntero, otro dueño de un segundo lugar indiscutible y otro en un tercero, pero con un porcentaje significativo, de más de dos dígitos. Ese escenario se dio en el 1996, y hubo segunda vuelta, de hecho fue la primera y única experiencia de balotaje.
Aquí, si el que queda primero logra el apoyo del que quedó en tercero, y por ende, ha sido descalificado, tiene chance de ganar. Si el tercero no fija posición, y la votación se divide, también puede imponerse el que ganó la primera ronda. Pero una alianza del segundo y el tercero puede convertir a un puntero en un perdedor, como sucedió, precisamente, en el 96.