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Uno de los temas pendientes de resolver en el país es decidir, definitivamente, si adoptamos un modelo de elecciones unificadas, donde se definan el mismo día todos los cargos electivos, o incluimos el sistema de elecciones separadas, como el que funcionó luego de la reforma constitucional del 1994 y durante varios periodos. Ahora mismo, el modelo que funciona en República Dominicana no es ninguno de los dos. Como hubiera dicho el célebre Cantinflas, no es ni lo uno ni lo otro, “sino todo lo contrario”.



La coyuntura ideal



El momento es ahora, porque si el presidente Luis Abinader ha planteado una reforma constitucional, inicialmente con dos puntos fundamentales, había que aprovechar la oportunidad para cambiar el modelo híbrido, un tanto extraño, que consiste en realizar elecciones municipales en febrero y presidenciales y legislativas en mayo. La mayoría está de acuerdo con unificarlas, y hay quienes favorecen que se separen, pero con un intervalo considerable, de unos dos años. Lo que no aparece es quién defienda el modelo actual. Cuando se pregunta a quién se le ocurrió, nadie levanta la mano…


Ventajas y desventajas



Cuando se incorporó en la Constitución el sistema de elecciones separadas, con las presidenciales y las legislativas y municipales con dos años de diferencia, se vendió como la ventaja principal el hecho de que esto permite la promoción de liderazgos locales y acababa con el efecto de arrastre indirecto del candidato presidencial, un fenómeno que, por cierto, se ha visto claramente en los recientes procesos. Muy pronto, apareció un elemento que se convirtió en el principal factor para objetar que se mantuviera la separación de elecciones. Se dijo, y aún se insiste en eso, que con esa modalidad se mantiene en el país un proselitismo permanente, con el costo económico, político y social que esto conlleva. Ahora procede decidir si se separan o se unifican las elecciones, pero el argumento de la campaña continua no debe ser lo que impere en el debate, porque se ha demostrado que el activismo se mantiene casi todo el tiempo, pero que es un tema de cultura política.

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