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De Luis Abinader, el político y estadista, hay y habrá mucho que analizar, pero hay un aspecto que no puede pasar inadvertido. Y es que Abinader, que está culminando un primer periodo y se apresta a iniciar un segundo, ya ha dejado su sello como gobernante, con algunas acciones o más bien con algunas señales de un estilo nuevo, algo que también tiene mucho que ver con el hecho de que la sociedad ha cambiado, pero él tiene el mérito de que ha sabido responder a las nuevas expectativas. Son cambios de forma y de fondo, y algunos de ellos se convierten, de algún modo, en pautas que tendrán que seguir los próximos gobernantes, precisamente por el hecho de que la sociedad es más exigente y ya no se conformará con menos.



Comunicación



Un ejemplo de ello es la comunicación permanente del mandatario con la población a través de los medios de comunicación tradicionales y los alternos. LA Semanal es el modelo por excelencia porque con esta modalidad, el Gobierno intenta vender sus logros y dejar sus mensajes, mientras que la prensa puede preguntar lo que sea de su interés. Una prueba de la efectividad del modelo es que fue replicado en la pasada campaña por Leonel Fernández, principal candidato presidencial de la oposición. Y no sería descabellado pensar que en caso de que Fernández o cualquier otro opositor hubiese ganado los comicios, se iba a ver casi obligado a establecer un método por lo menos similar en materia de comunicación. Ya no es suficiente ni efectivo el modelo del presidente que depende casi totalmente de un “speaker” o vocero, y solo se dirige al país en ocasiones muy especiales, como era el estilo del propio Fernández y luego de Danilo Medina.

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