Los partidos en el país sobreviven y accionan mejor bajo el esquema de un líder principal que con un organismo de dirección colegiada. En el caso del PLD, la mayor parte de su vida como partido competitivo ha tenido un modelo híbrido, con ambos elementos, e incluso durante un tiempo sobrevivió con éxito a un modelo de dos líderes principales, cada uno a la cabeza de una tendencia.
En esta coyuntura, luego de sufrir los golpes electorales de febrero y mayo, fue hasta bueno para el PLD que Danilo haya sacado la cabeza y haya hecho valer su condición de líder. La jugada de decir que se iba se tradujo en una reafirmación de su liderazgo, y una familia en problemas necesita un guía y líder. Y en el caso del PLD, no tiene que buscarlo, porque ya lo tiene.
El rol de Danilo
No se valoró en su momento en su justa dimensión, pero ahora se resalta el rol que jugó Danilo Medina en la campaña del PLD. Aunque es el presidente de la organización y podría decirse que le tocaba, también es un hombre golpeado por el sometimiento a la justicia de varios allegados y diagnosticado con un cáncer. Aun así, se comportó como un gladiador y tuvo una participación en la campaña caracterizada por una intensa agenda de visitas y encuentros.
Pero lo más recordado del papel que jugó fue la cantidad de frases “cohetes” lanzadas en el proceso, como eso de cobrar a quienes se sintieran agradecidos por su gestión, a quienes les pedía votar morado, o calificar al gobierno del PRM como una “maldita maldición”. También se recuerda y aún retumba su advertencia, para algunos, desafortunada, del destino que le aguardaba al que llegara en tercer lugar. Aunque dicen que esto era aplicable a las municipales de febrero, y que algún travieso se encargó de que se publicara antes de los comicios de mayo, a sabiendas de que al PLD nadie le despintaba el tercero.
Lo cierto es que Medina pegó más frases en la campaña que los que participaron como candidatos.