Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch lo tenían. Leonel Fernández e Hipólito Mejía lo tienen, sin dudas. Pero no es una de las fortalezas de Danilo Medina ni de Luis Abinader, los dos últimos líderes políticos que han llegado a la presidencia de la República.

Caso Danilo

Aunque esté viviendo uno de sus peores momentos políticos, enfrentando una dura realidad con implicaciones familiares y personales, Danilo Medina es un vivo ejemplo de un dirigente político que ha logrado éxito sin que en su lista de cualidades aparezca eso que se denomina carisma y que otros llaman “ángel”. Sus triunfos han estado relacionados con su gran capacidad de trabajo, y sus dotes de estratega. En las primarias del PLD del 1999 derrotó a un Jaime David Fernández Mirabal que en ese momento era mucho más popular, sobre todo hacia fuera del partido morado. Después de mucho batallar, llegó al 2012 con un posicionamiento tal que Leonel Fernández tuvo que apoyarlo. Esas elecciones las ganó de la mano de su antecesor, pero en el 16 triunfó a pesar de este. Ya en ese momento había logrado un importante sitial como líder, pero en el camino, muchas veces fue subestimado porque era considerado un político soso, incapaz de encantar o de generar emociones.

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Luis Abinader

Un trecho similar tuvo que recorrer, primero en el PRD y luego en el PRM, Luis Abinader, a quien adversarios internos y externos le hacían “bullying” por considerarlo desabrido. Así, con su poca sal, le ganó dos veces en primarias a su carismático rival. Y obtuvo la Presidencia en su segundo intento como candidato. Hoy se ha convertido en el principal líder del país, no solo por el cargo que ostenta, sino por la forma en que se ha manejado como estadista. El carisma, entonces, ya no es tan necesario como antes.

 

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