Los senadores Dionis Sánchez y Félix Bautista, así como los diputados Tobías Crespo y Elías Serulle, y el alcalde de Santo Domingo Norte, Carlos Guzmán, son solo algunos de los dirigentes políticos que integraban la amplia cosecha de “aguacates” que comenzó a nutrir a la Fuerza del Pueblo luego de las elecciones del 2020, en las que todos ellos habían salido electos, pero en la boleta del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Ellos, al igual que otros que dieron el paso, son reconocidos leonelistas, por lo que se esperaba que pasaran al nuevo partido. Ahí no hubo sorpresas. Algunos de ellos se atrevieron a prometer públicamente que no se irían del PLD, pero a nadie convencían y poco a poco, esos morados se fueron convirtiendo en verdes.

La nueva fase del éxodo

Las razones que tienen los que se han ido más recientemente son distintas. En su gran mayoría no se trata de leonelistas. Pero tampoco se van por razones de ideología, algo casi inexistente en nuestra política. Tampoco por motivaciones éticas. Ni buscando mayor institucionalidad, porque se van de un partido donde los organismos de dirección tienen cierto nivel de operatividad y llegan a otro más fundamentado en el liderazgo unipersonal. Aunque cada caso puede tener sus características propias, lo principal parece ser que Leonel Fernández ha estado ganando al PLD la batalla de la percepción, que en política es fundamental. Un partido nuevo, que ha quedado en un lejano tercer lugar en unas elecciones, con una votación cuyo porcentaje no llegó a dos dígitos, si quiere saltar a por lo menos un segundo lugar en los comicios siguientes, lo primero que debe hacer es convencer a los demás de que puede lograrlo. Aparentemente Leonel y sus estrategas han tenido éxito en esa parte. Eso, unido a los problemas que tiene el PLD, explica en gran medida esta nueva estampida.

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