Último domingo de julio, día que los dominicanos hemos escogido para celebrar el día de los padres. Ningún otro país comparte con nosotros la fecha de la celebración en la que consignamos el homenaje a papá, papi, el pai, Taita o El Viejo. Hace unos decenios el día se celebraba muy cerca del consignado a las madres y el poder comercial influyó para separarlos y dar espacio a la recuperación del bolsillo familiar para fortalecer el aspecto mercantil del día. Aun así, los gastos escolares cercanos, le quitan fuerza comercial, augurando gastos mayores en la familia con niños en escuelas. La relación biológica de aportante de un caudal de genes que nos caracteriza y define físicamente y hasta temperamentalmente, caprichosos porque se manifiestan, aunque no haya habido coincidencia de vidas entre progenitor y vástago. Dichosos los que tuvimos la oportunidad de convivir con nuestros padres biológicos y mantener el vínculo con el referente paterno. Siendo padres aprendemos a ser verdaderos hijos porque comprendemos el papel real de guía, protector, suplidor, referente que predica con el ejemplo y nos llena de principios y valores, como complemento vital en la crianza del hogar. En esos diálogos íntimos entre niño-adulto-padre se definen esas relaciones capaces de superar las obligadas separaciones biológicas cuando al hijo le toca vivir sus propios espacios, pero conserva esa profunda influencia definitoria del progenitor. Ser padre implica mucho más que un caprichoso espermatozoide que cayó sobre un eventual óvulo. Las alegrías de lo inesperado y las profundas sensaciones de hombre fértil comienzan a delinear el papel responsable de padre en los espacios de embarazos y esperanzas. La relación diferenciada de hijo-padre posee características particulares cuando es hija y cuando es hijo, aunque haya una dosis de amor especial. No logramos explicar el profundo parecido, en cuanto a temperamento y personalidades, y como poseemos una influencia tan profunda de los padres. En mi caso, me separan 64 años de la temprana separación que su inesperada muerte ocasionó, con su lógico trauma mayor. Le eché de menos a lo largo de toda la vida, precisando consejos, guías, orientaciones y críticas, su acompañamiento en el trajinar de la vida diaria. Pienso cuantos sinsabores me hubiera ahorrado con sus orientaciones y sus experiencias de preso político del régimen de Trujillo, que le mostraron los sinsabores del rechazo por miedo y la aceptación condicionada. En el homenaje a mi propio padre, Aquiles Augusto Penson Rodríguez, el de todos, que ayer celebraron su día