(2 de 2)
Donald Trump quizás -y sin quizás- no sea un dirigente político de altos vuelos, dotado de un científico conocimiento, pero nadie le puede negar que ha sido exitoso en la mayoría de sus proyectos, principalmente el de aspirar a ser presidente de Estados Unidos. Ese objetivo ha sido logrado en par de ocasiones.

Cuando en el 2016 hizo sus primeros “amagues” en busca de la candidatura por el Partido Republicano, pocos le daban chance para ir en busca de la Presidencia.

Politólogos y analistas estadounidenses consideraron que no iba a tener “ninguna posibilidad” de salir airoso en la propia convención de los republicanos.

Incluso, y echando por el piso los pronósticos en su contra, cuando ya era el nominado presidencial del Partido Republicano, camino a su enfrentamiento con la estelar Hilary Clinton, candidata por el Partido Demócrata, los vaticinios en su contra volvieron a publicarse.

La historia es conocida: Donald Trump, en noviembre del 2016, se alzó con el triunfo al ganar el voto colegial. Derrotó a Hillary Clinton quien era dada como favorita en la mayoría de las encuestas.

El 20 de enero del 2017, Trump sucedió a Barack Obama. Tomó posesión como el Presidente de Estados Unidos número 45 al llegar a la Casa Blanca y ocupar asiento en el icónico Salón Oval.

Como lo preciso en la anterior entrega, si se enmienda la Constitución de USA -e insisto que es una posibilidad remota- habría una disputa entre Trump y Obama por la Presidencia de EE.UU. en la consulta electoral de noviembre del 2028.

Si se concreta ese hecho, y Trump ha proclamado que quiere que así sea, entonces estaríamos frente a un fenómeno político de una singularidad ¡muy especial!

Franklin Delano Roosevelt, como lo registra la historia política estadounidense, ha sido el único presidente que ha gobernado en cuatro ocasiones corridas.

Claro, no estaba en vigencia la restricción de ahora: No se acepta que un presidente se quede en el cargo más de dos períodos…¡porque no está permitida la reelección más de una vez!

Para que ese fenómeno se dé, las dos terceras partes del Congreso tendría que inscribir (en la Constitución) que se le quite el veto de la no reelección presidencial.

No obstante, dirían algunos analistas, como en política -y máxime en estos tiempos de la modernidad global en los que se producen cambios “impensables”- nada se descarta.

Pero si ocurre tan “rara” excepción política dentro de las reglas constitucionales en EE.UU., una singular batalla electoral hacia la presidencia entre Donald Trump y Barack Obama podría ser realidad.
Si ocurre ese fenómeno, ¿a quién apuesta?

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas