No tuve el privilegio de ser su alumno, pero si de leer sus libros-ensayos, como estudiante de Historia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde fue profesor Meritísimo por su larga trayectoria académica-docente, sus aportes bibliográficos; pero, sobre todo, de acucioso investigador e intelectual de acrisolada valía ética-revolucionaria (Manaclas-1963) y sólida formación profesional.
Lo recuerdo una tarde que, tímido e interesado en los temas Fascismo y Apartheid, me acerqué a él en la búsqueda de orientación y asesoría sobre ambos temas. Sin embargo, en un gesto de honestidad intelectual –inusual en nuestro medio-, me sugirió a un joven profesor de Sociología 011, que, en su opinión, dominaba a la perfección los temas de mi interés. Y fue más lejos: me dio día, hora y aula donde encontrar al referido profesor que resultó ser, Leonel Fernández Reyna (1984-86, si mal no recuerdo).
Pero el profesor Emilio Cordero Michel dejó una impronta imborrable como intelectual -progresista-comprometido-, académico e investigador riguroso: hurgó profundo en el campo de la Historia, la Economía y la Sociología; y producto de esa empresa legó a la sociedad dominicana, entre otras obras, una suerte de clásico: “La revolución haitiana y Santo Domingo” que resulta indispensable para comprender y estudiar un proceso socio-histórico harto complejo y de especificidades étnicas-culturales únicas.
Con Cordero Michel, se ha ido una parte orgánica de una pléyade de intelectuales y estudiosos de nuestra historia contemporánea que supieron combinar, con honestidad y rigor científico, el papel de académico, revolucionario-progresista y cientista social -desde el enfoque histórico-metodológico marxista- sin dogmatismo ni la descalificación de otra cosmovisión u interpretación socio-histórica ideológicamente contrapuesta. A esa corriente historiográfica, compromiso social y quehacer docente, se adscribieron también: Dato Pagán Perdomo, Juan Isidro Jimenes Grullón, Juan Bosch, Franklin Franco, Roberto Cassá –que ha generado una suerte de revolución en el Archivo General de la Nación, pues lo que antes era almacén o vertedero de documentos, a meced de hurtos e “intelectuales” inescrupulosos, hoy es un modelo internacional respetable de Archivo Nacional-, José Antinoe Fiallo –quien mejor ha radiografiado, en sus líneas generales y categóricas, el bonapartismo balaguerista (1966-78)-, Ramonina Brea, Carmen Duran, Lusitania Martínez, Magaly Pineda e Isis Duarte, entre otros/as de indiscutible valía académica e intelectual.
Finalmente, hay que resaltar que ciudadanos e intelectuales de la talla -ética-intelectual- de Cordero Michel, con su partida, la sociedad dominicana pierde parte –porque quedan sus obras- del rigor y exigencias académicas-docentes de esos profesores que procuraban, en las aulas y con sus ejemplos cívico-ciudadano, forjar profesionales calificados, honestos y comprometidos con su país. Y eso, no se compra (y peor, ¡luce irremplazable!).