El no respetar los resultados de las elecciones nacionales tiene en la historia del país un hecho de traumáticas consecuencias, que es más que necesario recordar a sólo 5 días de las elecciones municipales y a partir del mismo reiterar el imprescindible camino de la paz que necesita, cual oxígeno vital, la sociedad dominicana.
Después de haber sido electo como Presidente de forma contundente (59.53% de los votos válidos), el profesor Juan Bosch es derrocado, y lo cual generó de las más justificadas de las reacciones: la rebelión contra la tiranía y la opresión. Sucede que esa rebelión fue, y es bueno saberlo y entenderlo, el ejercicio de un derecho.
En tercer considerando de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es más que claro al respecto, cuando expresa “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho a fin de que el hombre no se vea compelido al recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
La juventud de entonces en sus más genuinos representantes en el ejercicio de ese derecho se rebeló hasta prácticamente inmolarse. Esa rebelión contra la tiranía y la opresión tuvo varias respuestas, la primera a los dos meses al levantarse en armas el movimiento político 14 de Junio. Y sólo 16 meses después en una acción cívico-militar se procede a restablecer el orden constitucional, lo cual es impedido por los Estados Unidos violando la soberanía nacional con la incursión en el territorio de decenas de miles de sus soldados.
No respetar los resultados de las elecciones del 20 de diciembre de 1962 tuvo entre sus consecuencias miles de muertos, graves problemas económicos, rupturas abruptas o la alteración de las más diversas instituciones públicas y privadas, afectando hasta en el largo plazo el desarrollo integral de la República Dominicana.
Representantes de la juventud de hoy han asumido un protagonismo y un compromiso con las soluciones pacíficas de forma ejemplar ante la inesperada e insólita alteración del proceso electoral y con otros matices y lecturas también representantes de los más diversos sectores nacionales.
Protejamos, cuidemos, insistamos en el camino de la paz. Entendamos que la violación flagrante a los derechos humanos puede tener consecuencias terribles para la sociedad como lo registra la historia que comentamos. Las respuestas ante los acontecimientos han sido más que ejemplares y la salida ha de ser la vía para fortalecer la institucionalidad democrática, que es al mismo tiempo el mejor homenaje a las y los jóvenes que entonces lo dieron todo por la democracia y el desarrollo nacional.