El desarrollo sostenible en el turismo exige, en primer lugar, una visión clara de cómo posicionar el destino, y desde allí, planificar estrategias que encaminen su crecimiento de manera coherente. Esto requiere un esfuerzo colaborativo entre todos los actores del sector, especialmente en la esfera público-privada. La sostenibilidad no implica solo atraer turistas; el objetivo es crear experiencias auténticas que permitan a los visitantes conectar con la cultura, la naturaleza y la esencia del lugar, generando así un vínculo duradero que inspire futuras visitas.
Para lograrlo, se necesita una planificación meticulosa, que considere factores clave como el acceso a recursos, la gestión de residuos, la seguridad, la accesibilidad y la diversificación de la oferta complementaria. En La Romana, esta estrategia se basa en un modelo de gestión sostenible y estructurado en los pilares ESG (ambiental, social y de gobernanza), con el fin de fomentar un turismo equilibrado y responsable.
El desarrollo hotelero en La Romana ha sido gradual y cuidadosamente planificado. Mientras en 2010 había poco más de 3,500 habitaciones, hoy en día suman alrededor de 5,800, lo que representa un crecimiento del 60 % en 15 años. Este incremento, sin embargo, no ha sido improvisado; cada paso se ha dado de forma organizada, con el objetivo de asegurar un desarrollo acorde con las capacidades del destino.
Un ejemplo de esta planificación consciente es la decisión de no incluir campos de golf en Bayahibe-Dominicus, a pesar de que el golf es uno de los principales atractivos turísticos de la región. Estudios de disponibilidad de agua han mostrado que el uso del recurso hídrico para riego de campos de golf podría comprometer el abastecimiento de las comunidades. Este tipo de evaluación y la búsqueda de alternativas sostenibles aseguran que la oferta turística se desarrolle en armonía con el entorno.
El crecimiento hotelero no solo ha impulsado la economía local, sino que también ha modificado la dinámica social del destino. Muchos turistas que visitaron la región en los primeros años de la década del 2000 regresaron para establecer una segunda residencia en Dominicus. Así surgió el vibrante pueblo que conocemos hoy, con una diversidad de restaurantes, tiendas y espacios de entretenimiento que enriquecen la vida comunitaria. Además, atractivos como la Isla Saona, el destino más visitado del país, han contribuido a transformar la economía de Bayahibe, que ha evolucionado de una comunidad pesquera a un destino turístico con una amplia gama de opciones de alojamiento y ocio.
Un proyecto que promete marcar un antes y un después en Bayahibe es el Plan de Reordenamiento de Bayahibe, liderado por el Ministerio de Turismo (MITUR). Este plan incluye la construcción de un nuevo embarcadero, un parqueo y una plaza comercial que reubicará a los vendedores de la playa, entre otras iniciativas. Con este reordenamiento, se abrirá el camino para la construcción de un nuevo hotel que generará empleos y dinamizará la economía local.
El equilibrio entre crecimiento y sostenibilidad turística exige una visión a largo plazo que integre planificación estratégica, capacidad de previsión y adaptabilidad a las demandas cambiantes de cada destino. El desarrollo turístico, además de atraer visitantes, conlleva una mayor demanda de infraestructura complementaria, como viviendas para los empleados del sector, y en este sentido, en La Romana se están realizando esfuerzos junto a organizaciones como Hábitat para la Humanidad para asegurar que estas necesidades de alojamiento se planifiquen de forma organizada, permitiendo acceso a servicios esenciales y mejorando la calidad de vida de quienes trabajan en el turismo
A nivel de recursos humanos, uno de los principales retos es la disponibilidad y formación de personal cualificado, especialmente en un entorno donde la diversificación de la oferta y la adaptación a nuevas tendencias turísticas son claves para la competitividad.
El modelo de desarrollo turístico en La Romana demuestra que la sostenibilidad es posible cuando el crecimiento se basa en una planificación responsable y en el compromiso de todos los actores. Esta estrategia integrada permite no solo atraer visitantes, sino también fortalecer la comunidad y preservar el entorno, sentando las bases para un destino que perdure en armonía con su entorno natural y cultural.
Ana García Sotoca, especialista en gestión de destinos turísticos