La definición de la palabra poder es: Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo, de acuerdo con la Real Academia Española. Ese término es usado por ciudadanos nacionales y de otros países como sinónimo de la llegada al gobierno, lo cual considero debemos borrar de nuestra mente hasta que aprendamos a usar el poder para servir; no para servirnos, pisotear o creernos mejores que los demás.
Hasta que asumamos con humildad y respeto la ocupación de un cargo, sea público o privado, y desaparezcamos el dicho “si quiere conocer a Juancito dale un carguito”, propongamos que cambiemos la palabra poder por servir.
El sentido de la palabra poder para una gran parte de los dominicanos está ligado a los beneficios que conseguimos por ella. Una muestra es una conversación que sostuve en la fila de un banco con una señora a quien dije: “Pudiera no hacer esta larga fila porque soy VIP en este banco”, y su respuesta fue: “El poder es para usarlo”.
La lucha por el poder económico, político o social es tan fuerte que grandes figuras de incidencia mundial, como lo sucedido con Adolfo Hitler, o en la actualidad con el enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania, han sometido a la humidad a desgarradoras guerras, por el simple afán de retenerlo o aumentarlo, sin tomar en cuenta las funestas consecuencias para la mayoría de los seres humanos, como desabastecimiento de alimentos y otros productos, con la consiguiente inflación en casi todos los países, incluyendo a República Dominicana.
El desarrollo de las naciones debe estar sustentado en la educación, capacidades blandas y duras, modernas tecnologías y la humildad de los ciudadanos para ejecutar las misiones de sus posiciones; no en el uso del poder para mandar, recibir, limitarlas y atrasarlas.