El pasado sábado 23 de noviembre hubiera cumplido sus 90 años el maestro mocano Rafael Ricardo Artagnan Pérez Méndez fallecido hace tan solo 2 años.
En Moca la ocasión fue conmemorada dando cumplimiento a la Ley número 69-19 de fecha 28 de marzo de 2019 que designa con su nombre el palacio de justicia de esa ciudad.
Conforme lo reconoce la propia ley, Artagnan fue un “profesional consagrado, respetado jurisconsulto, doctrinario prolijo, científico del derecho, excelente orador, abogado ejemplar y un ciudadano preocupado por las mejores causas de su pueblo”. Por eso es justa la designación.
Artagnan Pérez Méndez fue un gran abogado litigante pero no tengo dudas que su más significativo aporte a nuestra sociedad la hizo desde la cátedra. Porque siempre dijo que su verdadera vocación era el magisterio.
Por más de 40 años pasaron por sus manos varias generaciones de estudiantes de derecho en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra donde impartió múltiples asignaturas principalmente Derecho Penal, Procedimiento Civil, Procedimiento Penal y Liberalidades y Sucesiones. Su aporte en estas materias se constata en las obras que publicó.
Fue un hombre de fe. Cientos de artículos en la revista Amigos del Hogar y en El Cirineo de los cursillistas de cristiandad así lo testimonian.
Gustaba de la literatura escribió cuentos, poesías y novelas entre las que se mencionan: Yo, el Presidente; El Testamento de don Gerardo y Al Cruzar el Viaducto.
Era un humorista nato. Apreciaba la música, especialmente la clásica y era un gran conocedor del béisbol.
Las puertas de su casa y de su oficina siempre estuvieron abiertas para alumnos y amigos.
Adriano Miguel Tejada afirmó sobre el lo siguiente: “Lo conocí muy bien y puedo responder por su bondad a toda prueba, hasta de los pecados de que le acusan, que los tuvo como ser humano que fue.” Yo también afirmo lo mismo, el viejo Arti fue un gran ser humano.
El hecho de poner su nombre a este edificio, como afirmó el senador José Rafael Vargas, sirve “para preservar por siempre en la memoria de todos los mocanos y del pueblo dominicano, la talla gigantesca de un hombre que constituye una estela de luz en el firmamento jurídico de la República Dominicana”.
El reconocimiento que se ha hecho es más que justo aunque imagino que, de estar vivo, no le hubiese agradado tanto la idea del Palacio de Artagnan. Que viva por siempre maestro.