En mi rol de periodista, ya con más de cuatro décadas en pleno ejercicio, no suelo insertar calificativos que inquieten a quienes se den por aludidos, pero que tampoco puedan molestarse rabiosamente.
Como el periodismo -y así lo he planteado siempre- es para escribir la verdad e informar sin dejar nada en “nebulosa”, no me tiembla el pulso para exponer lo que pienso ante el exigente público… ¡el mismo público que puede servir de árbitro ante cualquier controversia!
Ramón Antonio -Negro- Veras, veterano abogado cibaeño, me impactó con una declaración (puntual y sincera) que se concatena con el criterio que tengo respecto a la actitud demagoga y que sintetiza la mentira más odiosa que norma a encumbrados funcionarios del llamado “gobierno del cambio”.
Cito su valiosa opinión: “República Dominicana precisa de un sacudión moral que conmueve los cimientos de todo el orden social a los fines de lograr remover para resolver la situación de degradación material y espiritual que la dañan”.
Al referirme a funcionarios, que además de demagogos, mentirosos y fantoches no actúan acorde con la decencia política, no es mi propósito enlodarlos a todos. Tampoco este trabajo lo escribo motivado por una “resabiaca”.
Es de lógica que el funcionario público (del Estado) debe actuar como un servidor público, nombrado en un cargo para servir a la colectividad, ser receptivo , por ejemplo, a gente del pueblo.
Sí, a esa misma gente que con su espontáneo voto llevó al poder al partido al que pertenece y no creerse que ese poder gobiernista del que hoy disfruta será para la perennidad.
Es la actitud del mismo funcionario que ignora -o se hace el ignorante- que el poder en cualquier sociedad es efímero como la propia vida.
Debo anotar que con el presidente Luis Abinader nunca he cruzado palabras y tampoco lo he entrevistado, pero por lo que se observa públicamente en su condición de jefe del Estado no es un funcionario presumido y tampoco se le conoce como demagogo. O que “les promete algún beneficio a sus simpatizantes y después no cumple o se les esconde”.
Los funcionarios farsantes, hipócritas, fantoches, mentirosos y demagogos -es lo que creo- debieran por lo menos imitar ese humilde comportamiento del mandatario.
Ratifico hasta el cansancio que los funcionarios demagogos, mentirosos, hipócritas y fantoches deben saber que el tiempo -que es el mejor testigo de la historia- cuando ya no disfruten de las mieles del poder les dirá que volverán a estar en el lugar que estaban y con los pies sobre la Tierra, ¡aunque en su nueva vida estén “forrados” de una notable bonanza económica!