Hace unas semanas el presidente de la República Dominicana hizo un llamado a la comunidad internacional para abordar de manera conjunta una solución a la crisis de Haití. Recientemente, las expectativas de científicos y activistas medioambientales se desinflaron ante los pobres resultados de las negociaciones de la COP26 sobre cambio climático.
En plena emergencia por la pandemia de covid-19, la Organización Mundial de la Salud fue criticada con dureza por una supuesta falta de liderazgo. Asimismo, los mecanismos de integración carecieron de la fuerza necesaria para responder efectivamente a las demandas internacionales recientes.
Cada uno de estos ejemplos habla de una debilidad patente en el desempeño de organismos y mecanismos multilaterales. El origen de estas debilidades podría subyacer en las naciones con mayor poderío económico.
En la década de los 90, Robert Keohane definía el multilateralismo como una forma de toma de decisiones en la que el consenso y la negociación con varias partes son esenciales. Francisco Coll Morales ofrece una explicación mucho más simple; lo define como la actuación de un conjunto de países sobre un asunto determinado.
Lo que ninguno de estos autores explica es que los desafíos económicos y de sostenibilidad actuales imprimen un rasgo de interdependencia a las decisiones de los gobiernos. Es decir, el programa de infraestructura de Estados Unidos, la carrera espacial rusa o la crisis haitiana inciden en el desarrollo de políticas de otras poblaciones.
Así, cuando Todd Robinson, subsecretario de Estado para la Lucha contra el Narcotráfico de los Estados Unidos, dice que la Comunidad Internacional no irá al rescate de Haití para solucionar su crisis de seguridad, está dando un golpe sobre la mesa. Y da la razón a las críticas de sectores que señalan que las naciones con alto poder económico utilizan el multilateralismo para avanzar en agendas individuales.
Las declaraciones de Robinson cerraron las puertas a la búsqueda conjunta de soluciones para una crisis que viene acumulándose desde hace décadas. Lo peor es que el funcionario hace esa afirmación en medio de una donación que no aportará una salida integral.
El año pasado, las Naciones Unidas realizó una consulta a más de un millón de personas de 193 países. Cerca del 90 por ciento de los consultados consideraron que la cooperación internacional es esencial para responder a los retos actuales.
En un documento firmado por Carlos Alvarado Quesada (presidente de Costa Rica); Jacinda Ardern (primera ministra de Nueva Zelanda); Stefan Löfven (primer ministro de Suecia), Cyril Ramaphosa (presidente de Sudáfrica); Macky Sall (presidente de Senegal) y Pedro Sánchez (presidente de España; los jefes de Estado proponen revitalizar el multilateralismo.
Para lograrlo plantean la necesidad de que el sistema multilateral sea más abierto e inclusivo. Indican la pertinencia de que los organismos internacionales deben mostrar resultados concretos en el terreno y contar con los medios para desenvolverse.
En este punto, los gobernantes insisten en que jóvenes, organizaciones de la sociedad civil, academias y otros actores deben participar en el sistema multilateral. Y por supuesto, es preciso que esta participación se dé en un marco de equidad entre las voces involucradas, en función a una agenda común.
“En segundo lugar, debemos actuar según la agenda del secretario general, que propone medidas audaces para reforzar nuestra capacidad de enfrentar la pobreza y la desigualdad; garantizar la inclusión, la participación igualitaria y la justicia; enfrentar la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, y mejorar nuestra preparación para futuras amenazas de pandemias”, dicen en el documento.
Los gobernantes se refieren al documento presentado por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, titulado Nuestra agenda común, a continuación de la declaración política por el 75.º aniversario de la ONU. En el mismo se propone un plan para responder a los retos actuales y por venir.
Es saludable que se busquen soluciones al debilitamiento del sistema multilateral. Reconforta saber que la cooperación internacional es una preocupación de la mayoría de las personas en casi todo el mundo.
Con todo, no deja de ser preocupante el enfoque unilateral de naciones como Estados Unidos, China o Rusia, por decir algunos. A la larga, por más esfuerzos de países con poca influencia económica, sin los grandes Estados no hay un sistema multilateral efectivo; y sin multilateralismo no hay salida a las encrucijadas sociales, ambientales y económicas a las que se enfrenta el mundo de hoy.