Son muchas las enseñanzas de la pandemia. Muchas las olvidaremos en poco tiempo, otras posiblemente, por su impacto en el empleo, la pérdida de seres queridos y de amigos, quedarán en nuestra memoria para siempre.
Recuerdo que en marzo del año pasado, cuando conversaba con el embajador de Japón, su excelencia Hiroyuki Makiuchi, aún se tenía la ilusión de que las olimpiadas se pudieran llevar a cabo en el tiempo previsto.
La pandemia demostró su fiereza y no solo se suspendieron las olimpiadas, el mundo se detuvo, las economías se paralizaron, los aviones se quedaron en tierra; los cruceros, unos detenidos en alta mar para evitar contagios, otros en puerto sin saber cuándo volverían a zarpar.
Los atletas debieron seguir entrenando hasta esperar otra fecha frente a una pandemia que en ese momento no daba tregua y que aún parece decidida a quedarse entre nosotros con variantes diferentes cada día.
Llegó el día esperado, 23 de julio a las siete de la mañana 205 países miembros del Comité Olímpico participaron, con la excepción de Corea del Norte y Rusia que había sido separada por las constantes violaciones al dopaje de sus atletas y participo bajo bandera neutral.
La inauguración y el cierre, como era de esperarse de Japón, impresionante; la música, los juegos florales, los bailes, los fuegos artificiales. Solo faltó el calor del público, estadios vacíos por las medidas contra el covid.
Pero los atletas hicieron olvidar la pandemia, lucharon con entusiasmo para lograr medallas, en un ambiente de camaradería que el mundo tiene que copiar.
Las diferencias terminaban al concluir la competencia. Cuando hoy vemos un mundo dividido por dinero, por raza, por sexo, por ideología… ¡qué diferencia hicieron nuestros atletas!
El cierre, este pasado domingo, fue un refrescante ejemplo de cómo debe cambiar el mundo, abrazos, lágrimas entre los que poco tiempo antes competían por una medalla, las diferencias políticas que pudieron surgir en algún momento quedaron atrás con las múltiples expresiones de compañerismo.
El Comité Olímpico tiene en su seno más países que las Naciones Unidas que tiene 193, el gran ejemplo de que el deporte une, el deporte logra sacar los mejores sentimientos de los seres humanos.
En las Naciones Unidas se debaten diferencias y muchas veces difícil de llegar a consensos; en el Comité Olímpico podrán existir diferencias, pero siempre se llega a la conclusión de que el deporte está por encima de todo.
EE. UU. volvió a demostrar su supremacía en el deporte, logrando 113 medallas. Nosotros hemos logrado históricamente 12 medallas, pero de esas, 5 fueron en estas olimpiadas.
Nos llenó de mucho orgullo la participación de Marileidy Paulino al ganar medalla de plata. Se convierte en la primera mujer en ganar medalla de plata para nuestro país en los 400 metros planos, por muy poco tiempo detrás de la corredora de Bahamas.
Zacarías Bonnat, también con su medalla de plata; nuestro gran equipo de baseball con su bronce, nuestras reinas que no lograron medallas, pero como siempre, muy buena actuación.
Tenemos por delante una gran oportunidad en las Olimpiadas de París 2024, el trabajo del sector privado con Creso y el gobierno dan sus frutos. Si mis datos son correctos, en las Olimpiadas que hemos participado desde 1964, hemos ganado doce medallas y de esas, cinco son de las Olimpiadas recién finalizadas.
Como le decía en un tuit a mi amigo @hectorguilliani, pronto debemos convertirnos en el país de Centroamérica y del Caribe con mejores atletas, ese esfuerzo sector privado y gobierno debe seguir rindiendo frutos y uniéndonos en el deporte.
El deporte seguirá uniéndonos y ya pronto empieza la pelota, ojalá podamos hacerlo presencial para ver al @Escogido convertirse en campeón para dolor de mis amigos del @Licey.
Nota: Agradezco la comprensión en este último mes de la dirección y propietarios de @elCaribe que me permitieron estar ausente de sus prestigiosas páginas para atender asuntos médicos. A quienes con paciencia nos leen cada miércoles, que estamos de vuelta.