Las viviendas en Hábitat para la Humanidad son la razón de ser de nuestra organización. El déficit habitacional no es sólo de nuestro país, es una pandemia mundial que limita la calidad de vida de muchas personas, especialmente niños.
Muchas veces tenemos como nuestras prioridades la salud y la educación y qué bien que sea así. La salud en estos tiempos de Covid-19 deja claro la importancia de tener un sistema de salud robusto que pueda dar soluciones a toda la población: los que la puedan pagar, pero mucho más a los que no la puedan pagar y tienen el derecho que establecen la constitución y las leyes a salud de calidad.
En las reuniones de Hábitat de Latinoamérica y de Hábitat Internacional es mucho lo que se aprende; y en una de estas me hicieron llegar un trabajo de la doctora Megan T. Sandel, profesora asociada de la Escuela de la Universidad de Boston y Salud Pública, reconocida experta en viviendas y el desarrollo de la salud y de los niños, sobre la importancia de un hogar adecuado para el desarrollo de los niños.
Su pasión por la vivienda y Hábitat se inició cuando uno de sus pacientes, un niño que estaba muy atrasado en su edad escolar, empezó a mostrar de repente cambios muy positivos. Los padres estaban en una lista de espera para una vivienda, pasaron de dormir todos en la sala de un apartamento donde vivían muchas otras personas a pasar a un apartamento de ellos. El niño pudo dormir en su propia cama y poder dormir toda la noche, pudo sentarse en una mesa para estudiar sin que otras personas extrañas lo distrajeran.
Me pregunto: ¿Cuántos casos como esos o peores tenemos en nuestro país, donde muchos duermen a la intemperie o bajo cartones que han recolectado en las calles para mal guarecerse de la lluvia y la noche?
Muchos piensan que ayudar a una familia a tener un hogar sólo beneficia a esa familia y olvidan el efecto multiplicador que impacta positivamente sobre la comunidad.
Una comunidad estable está compuesta por personas con empleos seguros, que aportan no sólo con el pago de los servicios, también contribuyen con la seguridad de su entorno: es un ganar ganar.
Dice, con toda la razón, la doctora Sandel, que un niño que es estable y se destaque sobre los demás hace que todos los alumnos se esfuercen para ser mejores.
Afirma que debemos dejar de pensar que una casa confortable es simplemente una mejoría individual, es un cambio colectivo, es una mejoría de la comunidad, alumbrados públicos mejores, una conciencia ciudadana de más valores, el desarrollo de comercios, iglesias, parques, en fin, un nivel de vida como Dios manda.
A la pregunta que le hacen a la doctora Sandel de ¿Cómo la vivienda afecta el desarrollo de la salud de los niños?, su respuesta es que ella se enfoca en cuatro dimensiones en las que la vivienda impacta la salud:
La calidad de la vivienda: tiene cosas que pueden afectar la salud de los niños o al contrario cosas que pueden promover su salud.
La estabilidad: está la familia permaneciendo en el mismo lugar o corren el peligro de que sean desalojados.
Capacidad financiera: tiene la familia la posibilidad de pagar por la vivienda o tienen que hacer sacrificios en la alimentación o la salud.
Localización: Cómo es el vecindario, seguridad, servicios. Todo esto influye enormemente en la calidad de la salud del niño.
Pensemos por un momento, cuántas viviendas podríamos haber construido en la campaña política más costosa de nuestro país, cómo podríamos aliviar la pobreza con una carga burocrática menor. Hemos visto en muchos países cómo los funcionarios se han reducido sus salarios, otros han reducido el tamaño de sus congresos.
Esta crisis nos hace pensar en que hay que hacer cambios, no sólo al nivel político, los empresarios también. Si cada torre que se construye, por cada vivienda que su valor sea superior a un monto de 15MM aportara a un fondo solidario que podría ser mayor el porcentaje con relación al valor de la vivienda, y lo mismo en las plazas comerciales que fueran a construirse, que también aporten con ese porcentaje a un fondo solidario como lo han hecho en Asia y Pacifico con tremendo éxito, nuestro país sería otro.
Cuando se le pregunta a la doctora si la necesidad de viviendas ha crecido, afirma que en Estados Unidos de cada cuatro personas que pagan alquiler de viviendas una paga exceso. Si Megan Sandel viniera a nuestro país se escandalizaría al ver que un cuarto (una pieza como le decimos) paga de renta lo que una vivienda decente, cuyo costo promedio de costo sería RD$800,000 y la cuota al banco sería muy similar a la del alquiler que paga sin seguridad, salubridad y ventilación.
Los políticos en campaña hacen muchas promesas y no tengo dudas que desean cumplirlas, muchas veces los queremos presentar como avaros de riqueza, muchos lo son, pero créanme… he tenido la oportunidad de estar en los dos lados y hay muchos funcionarios públicos que pueden dar ejemplos en el sector privado.
Pensemos que no sólo una pandemia evita que las personas puedan quedarse en casa, la pandemia sólo explota a su máximo nivel la pobreza de muchos dominicanos que tienen que oír que somos el ejemplo de crecimiento de Latinoamérica y del mundo y ellos siguen sumidos en la más cruel pobreza.
No hay un testimonio más ejemplarizante que amasar fortunas sin compartir ese éxito como el que dio la hija de un gran banquero español “mi padre vivió rodeado de lujos y riquezas, nunca le faltó nada, le sobró de todo, sin embargo, murió solo, asfixiado por falta de oxígeno que su riqueza no pudo comprar”.
Megan Sandel termina diciendo “la receta que un niño necesita es un hogar económicamente accesible, estable y decente. Eso no lo almacenan en las farmacias”.