Muchas enfermedades y virus se presentan de forma cíclica, como son dengue, zika y chikunguña, tres enfermedades que aparentan ser sencillas por ser transmitidas por la picadura de un mosquito, pero que pudieran llevar a los que las padecen hasta la muerte.
La República Dominicana, por ser un país caribeño, de aguas cálidas, y donde todavía prolifera la miseria y pobreza en todo el sentido de la palabra, no está exenta de padecer cada cierto tiempo estos brotes que cobran la vida a decenas de personas sin previo aviso.
Y digo sin previo aviso, porque se supone que las autoridades sanitarias del país deben mantener un control de este tipo de enfermedades y los tiempos en que la población está más expuesta a padecerlas para hacer advertencias de cómo cuidarse y protegerse de estos terribles males.
Estas enfermedades no son nuevas, son conocidas y padecidas cada cierto tiempo por millones de personas en el mundo, sobre todo aquellos países donde hay mayor desconocimiento y falta de planificación a nivel de salud y educación.
Hace aproximadamente tres años, el país sufrió las consecuencias de una epidemia de dengue que infectó a miles de personas de todas las edades, dejó incluso muchos fallecimientos por estas causas. Tanto el dengue en sus diferentes fases, como el zika y el Chikunguña, forman ese trío de virus provocados por un mosquito que solo pica en horas del día y que aparece cada cierto tiempo.
Durante esta nueva oleada de dengue, miles de personas han sido diagnosticadas con la enfermedad, mientras que otras están en riesgo de padecerla. Los cambios climáticos, de acuerdo con expertos, podrían estar incidiendo en una mayor reproducción de mosquitos transmisores de dengue y otras dolencias a nivel mundial.
En el caso nuestro, según la alerta emitida por la Organización Mundial de la Salud, estamos entre los principales con mayor incidencia acumulada de casos en la región del Caribe, después de Puerto Rico, cuyos números andan por encima de 6.50 de cada cien mil habitantes y nosotros con 3.12 casos de cada cien mil.
Como decimos en el argot popular, aparentemente, las autoridades sanitarias ya tomaron el toro por los cuernos, es decir, que tienen el brote controlado. Pero el tema no es tomar el control cuando la enfermedad hace estragos, sino advertir cada cierto tiempo sobre los peligros que acechan a la población de ciertas enfermedades y virus y tomar los correctivos correspondientes. Eso sería lo correcto.
Siempre he sido partidaria de campañas educativas que lleven mensajes positivos a la población sobre cómo cuidarse, tanto a nivel de salud como en otros aspectos de la vida, guiadas tanto del lado del sector público como el privado.