Aunque todavía quedan muchos aspectos por mejorar y afinar sobre lo que debería ser un verdadero debate de candidatos presidenciales, no hay duda de que la iniciativa de ANJE, mal que bien, llenó sus expectativas -temas más, temas menos- y eso es un paso de avance en el proceso de consolidación de nuestra democracia.
Sin embargo, hubo un asunto que quedó claro: el debate lo perdió el PRM, el Gobierno y sus candidatos (presidente y vicepresidenta). Irrefutable lo anterior, podríamos decir que, efectivamente, el Gobierno captó el golpe de efecto y los estragos políticos-mediáticos en su discurso y narrativa de querer imponer una percepción de victoria invariable -de cara a mayo 19, próximo- que ya no es de tanta certeza.
En tal sentido y como respuesta a ese gran impacto negativo -en todo caso, ganancia amplia y menuda para Abel Martínez- el Gobierno se empeñó en minimizar o amortiguar el golpe con dos acciones de distracción: a) activar expedientes sobre corrupción -obviando que el tema perdió credibilidad pública por falta de resultados y nuevos de casos de corrupción abiertos o solapados, además del gravísimo tema narco-poderes públicos-; y b) apelando a resaltar “logros”, “encuestas” hasta en la diáspora (donde ya es hora que la JCE haga una masiva campaña de orientación del votante, por estados-ciudades -USA y Europa- sino quiere inducir, queriendo o no, a una abstención mayúscula con suspicacia). Y esto último es así, a tal punto que, para algunos, estas elecciones podrían decidirse en ultramar. Por supuesto, de cumplirse tal pronóstico, no sería descabellado pensar que, para el sistema de partidos y la propia JCE, el asunto sea un tremendo dolor de cabeza (los inscritos rondan casi el millón de votantes), además de riesgos y desafíos que ponen, más que a nadie, a la JCE en el punto de mira de un proceso electoral que no ha estado exento de inobservancias, incluso, de la misma JCE (OClee-Washington, promoción del voto y debida orientación ciudadana en ultramar. Nada nuevo, solo que ahora se agrava).
Pero volviendo al debate, para el PLD, este y sus ganancias fueron como un bálsamo o impulso que le hacía falta acrecentado por el debut, exitoso, de su candidata vicepresidencial que le está sumando simpatía y fortaleza, pues Zoraima Cuello ha despuntado como una suerte de calidad y proyección política-electoral haciendo la diferencia entre discursos falsos, promesas incumplidas e improvisación que es, precisamente, lo que ha caracterizado a la actual administración en estos casi cuatro años de gobierno. De modo que, en este tramo último de la campaña, la reelección ha tenido merma y contratiempos que quizás hagan probable un escenario de segunda vuelta -y cuidado si las cosas resultan insólitas y desfavorables en primera vuelta para la reelección-, porque, como observó una amiga, la correlación de fuerzas ya cambió. Tal vuelco perceptivo, ha significado, incluso, replantear lo que uno creía casi improbable: la posibilidad de un balotaje.
Y no hay que sorprenderse mucho -ni siquiera Vengoechea-, pues no han sido pocos los casos en que un partido en el poder pierde y las “encuestas” se caen por el peso de una realidad social que puede más que mil “encuestas”. Y no creemos, siendo honesto, que la oposición haya hecho todo lo que tenía o que debió hacer y denunciar, sino que el gobierno -errores y manejos- y la realidad social han puesto en serios apuros la reelección que ya luce a la defensiva y alejando, de paso, la posibilidad de su objetivo supremo: ganar en primera vuelta. Tal realidad política-electoral, que no se puede negar, pone al Gobierno en ascuas e incertidumbre….(algo nada halagüeño para la reelección y su candidato).