El tema de los desechos es un asunto recurrente que en vez de mejorar, se agudiza. Con la cultura criolla, con respecto a la basura, no existen dudas de que se agravarán muchos problemas previsibles, en lo que a salud y calidad de vida se refiere. Siendo un problema de óptica colectiva, las soluciones provienen de lo educativo y del fortalecimiento de la capacidad sancionadora por transgredir disposiciones oficiales, para manejo de desechos. No es asunto de gobiernos municipales, ni del nacional, sino de una transformación de actitud ciudadana. Crece mi indignación con lo de “desaprender” de la llamada ideología de género, tan graciosamente asumida por el Ministerio de Educación, cuando existen tantos aspectos negativos a transformar de nuestra sociedad. El proceso modificador de conductas, inicia en el hogar, cuando los padres tienen conciencia de lo que está bien y de lo que está mal. Para el criollo, actuar cívicamente es debilidad, falta de comportase como “macho debaratador” de esquemas y violador de cuanto sea norma de vida. En ese aspecto los resultados del 4% han sido más que pobres y desalentadores porque esos niños, convertidos en multiplicadores, deberían resultar catalizadores de transformaciones. Tuve la oportunidad reciente, de hacer un recorrido desde Santo Domingo a Pedernales y llama la atención el escaso criterio de casi toda la población, en cuanto a la basura se refiere. El arrojar plásticos y materiales no degradables en carreteras y caminos, se conjuga con el simple depósito de basuras de hogar. Penoso ver en sitios “turisticos” la acumulación de desperdicios y la aceptación colectiva de tal despropósito. Adonde hay agua, hay que “jondearlo” todo, como si ella satisfaciera un placer secreto e íntimo, de estropearlo todo. La Playa de Monterío, en la Bahía de Ocoa, muestra un esfuerzo municipal de un basurero central que algunos usan y respetan, pero la mayoría ignora como “ridículo esfuerzo. El río San Rafael, de particular belleza natural pero de espacios “privatizados” hasta lo ridículo, con represas construidas con particular destreza e ingenio, acumula vasos, platos, botellas arrojadas de manera irresponsable por visitantes. Lo mismo en Los Patos, a pesar del esfuerzo municipal y la actitud positiva de los que viven de la actividad del extraordinario balneario, aunque se repite la “privatización” de cada rincon. En los Pozos de Romeo, ojos de agua cristalina en formaciones rocosas antes de llegar a Pedernales, puede verse la acción de desaprensivos que arrojan recipientes plásticos y fundas, rompen botellas, descomponiendo un entorno natural agreste pero atractivo. Unos familiares que viven en los Estados Unidos, quedaron impactados por la basura circundante en la Zona Colonial, polo estrella del turismo de la ciudad Capital, siendo esta actividad, primordial para la salud económica de la nación.El asunto no es recoger mucho, sino arrojar poco…