El viernes pasado se cumplieron 61 años de un horrendo crimen, que aunque conocidos sus autores materiales, colaboradores y facilitadores, quedó impune, como tantos otros actos de barbarie humana, cometidos en nuestro país. El sábado 18 de noviembre del ‘61, cerca de las 7 de la noche, en la Hacienda María, coto privado del dictador, en San Gregorio de Nigua en San Cristóbal, el Gral. Rafael Leonidas Trujillo Martínez (Ramfis), a la sazón Jefe de Estado Mayor Conjunto del Ejército Nacional, Aviación Militar Dominicana y la Marina de Guerra, cometió una atroz “venganza” contra los matadores de su padre, el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, hecho ocurrido la noche del 30 de mayo anterior. Estuvo auxiliado de manera directa por Luis José y José Alfonso León Estévez, Gilberto Sánchez Rubirosa, Fernando A. Sánchez hijo, Juan Disla Abreu, Americo Dante Minervino, Pedro Julio Vizcaíno y otros actores escapados a la historia y a una justicia parapléjica. Las víctimas, que guardaban prisión en la nefasta Penitenciaría Nacional de la Victoria, fueron sacadas a un supuesto descenso al lugar del magnicidio, para “datos necesarios” para un imaginario panfleto a publicar. Ya los procesos de instrucción habían cesado meses antes y no apareció nunca la supuesta orden de excarcelación: Pedro Livio Cedeño, el primero en ser asesinado, Huáscar Tejeda Pimentel, Roberto Pastoriza Néret, Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz Quezada y Luis Manuel Cáceres Michel, héroes del tiranicidio emancipador. Asesinados uno a uno, a manos de Ramfis, su cuñado el coronel José Luis León Estévez (Pechito) y el coronel Gilberto Sánchez Rubirosa (Pirulo). Se conocen datos por las declaraciones de Dante Minervino, presente por órdenes del entonces jefe de la Policía Nacional, Crnl. Marcos Jorge Moreno, de oscuro proceder en esos eventos. Se rumoró que Ramfis utilizó, para asesinar a los complotados del 30 de mayo, el revólver. 38 que portaba su padre a la hora de su muerte. Para la farsa montada para justificar la “fuga” de los héroes del 30 de mayo, Ramfis envió una nota de prensa a ser publicada en El Caribe, que su modificación le costó el puesto a Rafael Herrera, entonces director de ese diario. Asesinaron a 3 presos comunes, y vestidos de policías los disfrazaron de “custodios”, que fueron supuestamente atacados por los 6 héroes y muertos para poder “escapar”. Probablemente la última atrocidad cometida por Ramfis, personaje de graves desequilibrios mentales, certificados por notables siquiatras a instancias de su propio padre. Los asesinos tuvieron todos finales trágicos, comenzando por el propio Ramfis, “morido” de extraña manera tras un accidente automotriz en España. Estos actos brutales, impunes por demás, han sido casi escondidos, al extremo que una gran parte de la población los desconoce. Pasaron desapercibidos el día 18. La impunidad, mal que nos ha asediado por siempre, ha marcado con graves daños a la sociedad dominicana y no se supera.