La educación está llamada a ser la madre de todas las políticas públicas. En el seno de ella, existe una que debe ser la columna vertebral de toda la sociedad: la educación ciudadana.
De la mano de ella se forjan los hombres y mujeres llamados a ser los líderes y ciudadanos que construyan paso a paso la sociedad que muchos soñamos.
Con el pasar del tiempo nuestra sociedad, por los escasos modelos de valores cívicos y democráticos que hemos tenido, ha ido perdiendo, por decirlo de una manera, las esperanzas de una ciudadanía donde impere el civismo y los valores universales.
Vivimos en una sociedad educada por redes sociales, por medios que están llamados a comunicar, pero que en vez de cumplir con su objetivo, laceran con sus contenidos, cargados de sexismos y antivalores. Hemos cambiado los modales por el irrespeto; en vez de disuadir, preferimos incitar; nos hemos convertido en una sociedad esclava de los rating y likes, y las poses, porque estos llenan el vacío de nuestra existencia.
Sé que todo no está perdido, todavía podemos garantizar una educación inclusiva, donde la calidad sea el himno del día a día, donde se promuevan oportunidades de aprendizajes, donde el horizonte sea claro para la generación presente y futura.
