Historia: Día de la virgen de La Altagracia
Historia: Día de la virgen de La Altagracia

La devoción a la Virgen de la Altagracia es una tradición dominicana cuyo origen se remonta al siglo XVI, cuando los hermanos españoles Alonso y Antonio de Trejo trajeron su imagen a La Española y la colocaron en la iglesia parroquial de Higüey, donde ambos vivían.

El 21 de enero es cuando se celebra su día, venerada como “Madre Protectora y Espiritual del Pueblo Dominicano” en su parroquia principal, la basílica de Higüey, hacia donde peregrinan multitudes de dominicanos residentes, de la diáspora y gente de otros países que se congregan para pedir su protección, para rezar por la salud propia o de familiares o para agradecer favores recibidos.

Su presencia en la cultura popular dominicana es tal que muchísima gente se encomienda a su protección cuando va a realizar un viaje o antes de una operación, y más de trescientas mil mujeres y poco más de doce mil varones llevan por nombre Altagracia.

En este día, que en el país es un feriado inamovible en el calendario, las máximas autoridades concurren a la basílica donde se celebra una misa en la que se pone en manos de esta protectora la gestión de gobierno y se pide su gracia para que vele por los destinos de la República.

En las homilías de este martes 21 de enero seguramente figurarán reflexiones acerca del rumbo que lleva este país, se harán notar algunas reconvenciones que figuran en los documentos de la Conferencia del Episcopado y se exhortará a la población en general a trabajar por la paz, a una mejor convivencia, a evitar los excesos y sobre todo a no dejarse llevar por la violencia, como parte del papel de la Iglesia católica que es orientar, llamar a corregir lo que está mal y a continuar con lo que se hace bien.

El año que acaba de comenzar no parece fácil para el mundo, entre las amenazas de conflictos armados que escalan y los problemas generados por el cambio climático hay también, a nivel regional y local, otros focos de tensión.

Esperemos que la orientación de la Iglesia y la protección de la Virgen de la Altagracia puedan señalar a los dominicanos el camino más correcto y con menos sobresaltos para hacer, entre todos, un mejor país y una mejor sociedad.

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