Ya vimos cómo el huracán María destrozó infraestructuras viales por más de 3 mil millones de pesos, daños no totalmente cuantificados en la agricultura y otros servicios como acueductos, escuelas, viviendas particulares, etcétera. El Estado puede asumir la reparación de los puentes, carreteras, escuelas y otros establecimientos. Pero las personas confrontarán dificultades para reparar bienes afectados o perdidos.
Eso tiene un costo y afecta las finanzas públicas y privadas. Sin embargo, el huracán María apenas nos rozó en las regiones Este y Nordeste. Si miramos lo que hizo en Puerto Rico, donde arrasó, entonces se puede concluir en que su efecto aquí no fue tan devastador.
En Puerto Rico el drama que viven las personas es desconsolador. Una nota de AP lo retrata de este modo: “Primero, el huracán María dejó a Puerto Rico sin agua corriente ni electricidad.
Después empezaron a acabarse el combustible y el agua. Ahora es el dinero.
“La poderosa tormenta prácticamente ha creado una parálisis en la economía del territorio estadounidense que podría durar semanas, y mucha gente se está quedando sin efectivo y teme que sobrevivir se haga aún más difícil”.
Eso está pasando en Puerto Rico, una nación bajo la protección de Estados Unidos, un poderoso país que ya ha decidido ir en auxilio, pero en cualquier caso, la recuperación no está siendo nada fácil. Los puertorriqueños sufren: “Hay largas filas ante los bancos que abren con horario limitado y ante los pocos cajeros automáticos que funcionan, en medio de un apagón generalizado y de un corte casi total en las telecomunicaciones. Mucha gente no puede volver a trabajar o abrir su negocio porque el diésel para los generadores escasea o no pueden pasarse un día entero esperando a conseguir combustible para su auto”.
Se teme una hambruna y quizás enfermedades.
Las autoridades dominicanas, que ayer recibieron una línea de financiamiento de 150 millones de dólares del Banco Mundial, deben ver cómo destinar ese dinero para preparar mejor el país ante una eventual y calamitosa situación como la que vive Puerto Rico.
Debemos vernos en ese espejo. Hay que tomarlo en serio.