El Papa Francisco
El Papa Francisco

El viernes 28 de Febrero, en coincidencia con el penoso espectáculo en la Salón Oval de la Casa Blanca en Washington, que puso el futuro del pueblo ucraniano en el punto más incierto de lo imaginable, llegó la información desde el Vaticano de que la salud del papa Francisco experimentaba una notable mejoría, lo que llenó de satisfacción a los que alrededor del mundo ven en el santo padre el único discurso coherente y sin fisuras contra una guerra que ha calificado de “insensata”.

Para Francisco, que condena a todos los “líderes” involucrados, sin excepciones, “un infantilismo bélico” se ha apoderado de las grandes potencias, y ha sido constante en exhortar a todo el mundo a unirse en oración para combatir “la locura de la guerra”.

En efecto, mientras intereses muy marcados se empeñan en atizarla y en crear la narrativa de que es una conflagración entre buenos y malos, el sumo pontífice se yergue por encima de las pasiones, sin sesgos, sin hipocresía, al pedir que se iluminen las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas.

Ver las cosas de esa manera es lo único que permitirá desenmascarar a los farsantes e identificar los que agitan el conflicto para priorizar sus intereses, y arrastran a los que en su ignorancia se mueven como veletas y les hacen el coro, sin tomar jamás en consideración y al mismo tiempo ignoran que el sufrimiento es solo para el indefenso pueblo de Ucrania.

Hacen daño los que pretenden que un país devastado se mantenga en guerra, con sus infraestructuras en ruinas, con millones de sus habitantes que huyen a otros países, endeudado hasta lo imposible y con sus riquezas mineras y de otra índole hipotecadas.

Aun así, aparecen los que instigan, los que azuzan, los que invocan un fe mentido heroísmo y patriotismo que no aplican en sus propios países. La grandeza del papa, y seguimos su lógica para no herir susceptibilidades, radica en que no ha desmayado en condenar y rechazar la invasión y también a Putin, pero sin hacer causa común con declamadas poses a favor de la paz, mientras avivan la guerra.

Lo reiteramos, entre discursos altisonantes y la cruel realidad del conflicto, la que sufre, la que pone los muertos, la que lo está perdiendo todo, es la población ucraniana, de la que ni sus pro pios dirigentes parecen condolerse.

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