La capital dominicana se vio sacudida en la madrugada de este martes por el derrumbe del techo de una emblemática discoteca que los lunes por la noche es escenario de espectáculos ofrecidos por renombrados merengueros, salseros y cantantes.

Un derrumbe de tal magnitud del que pocas personas consiguieron salir a tiempo y una gran cantidad quedó bajo los escombros, lo que ha dejado, al cierre de la presente edición, un saldo luctuoso de 98 fallecidos y 155 heridos, cifras que con el paso de las horas podrían aumentar.

Hay duelo nacional de tres días decretado por el presidente Luis Abinader, que estuvo en el lugar y personalmente ordenó el despliegue de los organismos de socorro desde las primeras horas del hecho.

Este tipo de desgracia, cuyas causas ameritarán de una profunda investigación, como siempre acontece suele sacar a relucir la proverbial solidaridad de la población dominicana, que se ha manifestado de distintas maneras, con la rápida reacción de las brigadas de socorro, así como de personas y organizaciones que integran el tejido social, que hicieron filas para donar sangre en los dos centros habilitados por el Hemocentro Nacional y llevaron al lugar todo tipo de ayuda.

La pérdida de una sola vida humana es de por sí un hecho lamentable, cuánto más si se trata de gente que simplemente se divertía y súbitamente fue golpeada por este siniestro.

A la hora de los balances, más adelante, habrá cosas que superar y que se deberán sopesar con calma, incluidas las relacionadas con la necesaria actualización de protocolos hospitalarios para este tipo de tragedias que desbordan los parámetros habituales.

La cobertura periodística, en sentido general, principalmente de los medios tradicionales, se ha destacado por su profesionalidad y por brindar información objetiva y veraz, pero queda el mal sabor que dejan medios digitales y usuarios de redes sociales que no distinguen al morbo de lo noticioso y que transgreden principios éticos y legislaciones que preservan la imagen, honor e intimidad familiar vinculados a personas fallecidas.

Habrá que esperar el curso de las investigaciones; ahora solo resta desear una pronta recuperación a los heridos, y a los que perdieron familiares y parientes, acompañarlos en el deseo de pronta resignación y paz a las almas de los fallecidos.

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